(dpa) – Alguna vez puede pasar que vayamos a una fiesta bastante larga y que, al terminar la noche, notemos que hemos bebido un poco de más. No siempre podemos disimularlo delante de los niños. ¿Qué hacemos? ¿Planteamos el tema al día siguiente o intentamos que pase desapercibido sin decir nada?
«Hay que hablarlo sí o sí», opina la especialista en asuntos pedagógicos Isabelle Dulleck.
Por supuesto, lo primero que pensamos es que los niños nos ven como superhéroes y que quizás les genere inseguridad o intranquilidad ver que mamá o papá están embriagados.
El desafío está en explicar lo sucedido sin banalizarlo («no fue nada»), ni dramatizarlo («ay, fue algo espantoso»). Un modo sería explicarles a los niños que los adultos no siempre son seres racionales, como para que ellos sepan ordenar o hacer cuadrar lo que vivieron.
De todos modos, la frecuencia es un punto crucial. Si te ves a menudo en estas situaciones, no estaría de más tomar en serio el escepticismo con el que te observan los niños y en todo caso preguntarte por qué estás bebiendo tanto. Existen diversos tests en Internet para poner a prueba si estás dentro de lo razonable o no.