La información económica y financiera se ve condicionada con frecuencia por grupos de presión. Estos suelen ser grandes corporaciones empresariales, partidos políticos e instituciones oficiales, que pretenden influir en los medios de comunicación social para defender sus intereses particulares. Intereses ajenos a los medios y a sus audiencias. Intereses que nada tienen que ver con el derecho y el deber de los medios a la libertad de expresión y de información y, menos aún, con el derecho constitucional de los ciudadanos a recibir información libre, veraz y plural.
Cómo estar bien informado de la actualidad financiera nacional e internacional es clave para la toma de decisiones económicas y de consumo de los ciudadanos, e incluso para votar a una determinada opción política en unas elecciones. Teniendo en cuenta que toda empresa persigue un fin de lucro, lo cual es legítimo, la cuestión en las empresas propietarias de los medios de comunicación social es cómo defender sus intereses como “empresa”, al tiempo que cumplen con su obligación informativa como “medio de comunicación social”; es decir, cómo permanecer fiel a los propios intereses y, a la vez, a la función social de informar.
Éste es un ejercicio diario que no siempre es sencillo y que practica El País Financiero, un medio online de información económica y financiera, que tiene la firme vocación de independencia en su información y contenidos de actualidad económica. Un medio que se mantiene libre, obteniendo ingresos procedentes de la publicidad y de las recomendaciones contextuales. Pero un medio que “no acepta, ni aceptará en un futuro, subvenciones o ayudas públicas de Gobiernos, partidos políticos o Estados”, dice en su página web, para no caer en las servidumbres que acompañan siempre a estas ayudas, no precisamente desinteresadas.
Libre de condicionantes
Las grandes corporaciones empresariales, partidos políticos e instituciones oficiales pretenden influir en los medios de comunicación para defender sus intereses particulares, ajenos a los intereses generales. Pero El País Financiero no está mediatizado por sus “lobbies” de influencias, dado que su publicidad aparece publicada claramente como tal, igual que sus contenidos y recomendaciones contextuales (patrocinados).
Otros medios, en cambio, mezclan dicha publicidad y contenidos patrocinados con informaciones auténticas, elaboradas por la redacción como una noticia más. O eso, o hacen publicidad subliminal, tanto de productos comerciales y servicios concretos (por ejemplo, la aparición de una marca en una noticia o de forma bien visible en una escena de serie televisiva), como de ideas políticas (propagadas como parte de los diálogos de los protagonistas, o a través de situaciones dramatizadas que los personajes viven).
Información que hace pensar
Una sociedad desinformada es una sociedad manipulable, muy fácil de gobernar; una nación escasamente informada puede ser influenciable y, por tanto, fácilmente gobernable, aunque lo sea en menor medida que la sociedad desinformada.
En estos dos casos, entendemos por “gobierno” la manera de conducir a la sociedad por los derroteros que más interesan al poder que la conduce, sea político o económico. Y atención, que en este sentido la palabra “conductor” es sinónima del término rumano “conducator”, o “duce” en italiano, o “führer” en alemán, o “caudillo” es español. Y todos sabemos lo que recuerdan estas palabras.
Sin embargo, una sociedad bien informada, en posesión de información que la haga pensar, con documentación verídica, a fondo y contrastada, es una sociedad que exige transparencia y coherencia a sus representantes políticos, a sus empresarios y a sus banqueros, a sus instituciones públicas y privadas y a todas las entidades que actúan e intervienen en la vida social. Es una sociedad más incómoda para el poder. Pero es una sociedad más libre.
Transparencia y coherencia que son elementos fundamentales de la ética. El filósofo y escritor José Luis López Aranguren, catedrático de sociología y líder intelectual de la universidad española de los últimos años del franquismo y de la transición hacia la democracia, dijo en su día que “ética y política son términos muy difícilmente compatibles”. A estos términos se le añaden las palabras “información libre” y el cóctel resultante es verdaderamente “revolucionario”.
La misma afirmación de Aranguren fue reconocida por dos de los seis ex presidentes de Gobierno en la España democrática desde 1978. Pero por ninguno de ellos, ni tampoco el actual, lo hicieron cuando ejercían el poder.
Hechos concretos de hoy
Este espíritu informativo de El País Financiero es el que puede hacer pensar, por ejemplo, por qué Donald Trump lleva ya dos o tres entrevistas concedidas en exclusiva a la cadena televisiva Fox en el presente periodo electoral, y ninguna a otras cadenas estadounidenses; o cómo Trump mueve los hilos de Wall Street desde la Casa Blanca; o qué grandes empresas y sectores económicos ganan y qué empresas y sectores económicos pierden sus fabulosos negocios en función de que Trump salga reelegido el 3 de noviembre, o que le suceda Joe Biden en el Despacho Oval.
Trasladándonos a España, qué puede ganar y perder nuestro país en el escenario estadounidense y en el concierto internacional en función de que la victoria en las presidenciales de EE. UU. sea para uno u otro candidato; qué negocios se está jugando España en el conflicto bélico de Nagorno Karabaj; cuáles son los desafíos económicos y democráticos a los que nos enfrentamos como consecuencia del Covid-19, o quién paga el café y los servicios en el trabajo remoto.
Información que hace pensar.