Qunu (Sudáfrica), 7 dic (dpa) – Camiones militares, ambulancias y vehículos de construcción estaban aparcados hoy ante la casa en la que creció Nelson Mandela en su aldea ancestral de Qunu, que se prepara para el entierro del héroe nacional sudafricano el próximo domingo 15 de diciembre.
Los jóvenes del pueblo, que observaban la casa apoyados contra la verja de una granja, comentaban con orgullo cómo fueron elegidos para levantar la tribuna para el evento que se construirá en la propiedad de Mandela.
«Trabajaremos día y noche, pero estamos deseándolo. Es una ocasión histórica y es un privilegio estar implicados en ella», dice Patrick Nelani, encargado de supervisar la construcción de gradas para acoger a unas 4.000 personas durante el funeral.
El funeral no será abierto al público, pero acudirán los miembros de la familia Mandela, amigos, compañeros en la batalla contra el apartheid, políticos sudafricanos y varios jefes de Estado y personajes famosos cercanos a Mandela.
Mandela, que será enterrado el 15 de diciembre en una tumba familiar que domina desde lo alto un campo de áloe vera y su vivienda familiar, pasó la mayor parte e su infancia en Qunu.
Con frecuencia dijo a los periodistas que algunos de los mejores momentos de su vida transcurrieron en las colinas que rodean el área, donde jugó juegos tradicionales de lucha con palo y guió ganado.
Las carreteras que rodean la propiedad de Mandela, que se asienta junto a una gran autopista que vincula el pueblo con Ciudad del Cabo y Durban, han sido cortadas por la policía responsable del tráfico.
«Mandela siempre estuvo muy interesado en nosotros y en lo que hacíamos», cuenta Nelani refiriéndose a los habitantes del pueblo. «Todos somos su familia y estamos muy orgullosos de participar en el funeral».
Otro constructor, Soni Athankosi, cuenta que era sólo un niño la primera vez que acudió a una fiesta de Navidad que ofreció a los niños en Qunu. «Lo que más recuerdo sobre él era lo que quería a los niños. Siempre parecía feliz con niños a su alrededor», recuerda.
Thapelo Selepi, un pastor de Ciudad del Cabo, cuenta que condujo 18 horas hasta Qunu para depositar flores ante la casa de Mandela. «Cuando me enteré de su muerte quería hacer algo, no me podía quedar sentado en casa viendo la televisión», afirma. «Compré unas flores y conduje toda la noche. Estaba cansado, pero cada vez que veía las flores podía ver la sonrisa de Madiba», dice en referencia al nombre de clan de Mandela.
Una de las mayores lecciones aprendidas de Mandela fue que una persona puede lograr cualquier cosa si pone en ello su empeño, dijo Selepi.
Los periodistas comenzaron a llegar a Qunu esta mañana, para intentar desesperadamente conseguir una habitación en uno de los pocos hoteles, bed and breakfast y albergues situadas en Mthatha, a 40 kilómetros del pueblo.
Sin embargo, la mayoría de los establecimientos ya están completos y un equipo de televisión contó que se vieron obligados a reservar habitaciones en la ciudad de East London, a más de tres horas de distancia en coche.
Mientras, algunos habitantes del pueblo intentaban sacar beneficio de la atención internacional lograda por el tranquilo pueblo. Como Tlolile Ngcebetsha y su mujer Monica, que instalaron un pequeño restaurante bajo un toldo ante la vivienda de Mandela para atender a los cientos de periodistas locales y extranjeros que se espera lleguen en los próximos días.
Ngcebetsha, que prepara platos precocinados y monta un recipiente para el café, dice que servirá rollos de salchicha y espagueti boloñesa para la comida.
«Sabemos que van a venir muchos periodistas en los próximos días. Sin nosotros tendrían que conducir 40 kilómetros hasta Mthatha para comer. Queremos ahorrarles el viaje», dice con una sonrisa.
Por Stuart Graham