VANCOUVER (dpa) – «El catskiing es el helskiing para gente pobre», afirman en tono de burla los canadienses. Sin embargo, no lo dicen en serio. «El catskiing es mucho más que el helskiing para pobres», dice el especialista en esquí Bap Koller, de la empresa de turismo de aventura Outdoor Adventures. «El uso de vehículos oruga reformados para pistas de esquí como alternativa al helicóptero es cada vez más popular», dice Bert Astl, de Stumböck Club. Quien quiere llegar sin grandes esfuerzos a pendientes vírgenes de nieve profunda fuera de las zonas de esquí puede subirse en muchas regiones montañosas de Norteamérica a vehículos oruga, que allí se llaman «cat».
Desde la cima, los deportistas se deslizan hacia abajo, hasta el valle, como en el heliskiing, bajo la dirección de un guía de montaña para esquiadores, quien asegura que los deportistas llegan al final del descenso al punto de encuentro previsto. Y es que en medio de la naturaleza salvaje casi interminable de las Montañas Rocosas no hay ningún indicador de camino.
La experiencia del catskiing apenas se diferencia del heliskiing, explica Winfried Hagen, director de la empresa Hagen Alpin Tours. Los pequeños grupos de esquiadores pueden disfrutar solos del esquí en un área gigantesca. Estas áreas muchas veces son tan grandes como todas las zonas de esquí juntas en los Alpes. Sin embargo, en vez de miles de personas, como en los Alpes, sólo una decena de deportistas descienden diariamente las pendientes vírgenes en las Montañas Rocosas.
La subida se realiza dentro de la cabina calentada sobre el compartimento de carga del vehículo oruga. Allí, los deportistas pueden calentarse y conversar tranquilamente. «Por esta razón, son justamente los deportistas de invierno menos experimentados los que consideran el catskiing más relajante que el heliskiing, que es un poco más frenético», explica Koller. Un descenso estándar, por ejemplo con Skeena Catskiing, en la provincia canadiense de Columbia, salva una altura de unos 450 metros. El promedio diario de metros descendidos es de aproximadamente 5.000, repartidos en unos 12 descensos.
Sin embargo, los expertos en helskiing fácilmente logran salvar el doble de altura. «Por eso, los buenos esquiadores que quieren bajar muchas pendientes largas de nieve profunda prefieren practicar el helskiing», dice Veit Erben. La gran ventaja del hellskiing es la flexibilidad, la rapidez y la extensión del área, explica Erben, de Canadian Mountain Holidays (CMH), la empresa líder en heliskiing. Un helicóptero cubre en pocos minutos una distancia de varios kilómetros, por lo que siempre puede llevar rápidamente a los deportistas a las mejores pendientes, según las condiciones meteorológicas y el estado de la nieve.
«Además, las zonas para practicar el heliskiing son mucho más grandes», dice el suizo George Rosset, fundador y propietario de Last Frontier (LFH), que asegura que su zona para el heliskiing es la más grande del mundo: con 9.500 kilómetros cuadrados, tiene casi la misma superficie que el estado austriaco de Tirol.
Tanto LFH como CMH apuestan por la modalidad más exclusiva del heliskiing: ofrecen a los deportistas un alojamiento de varios días en cabañas lujosas, desde donde son llevados directamente en helicóptero a la cima. Tales excursiones cuestan varios miles de euros. Quien no quiere gastar tanto dinero puede reservar unas vacaciones de catskiing, que cuestan más o menos la mitad, o se acogen a ofertas para un día. En la provincia canadiense de Alberta, por ejemplo, se puede practicar el catskiing en la estación de esquí Castle Mountain durante un día entero por unos 250 euros.
Por Arme Von Bernhard Krieger