Me enamoré de él cuando todo en mi vida parecía estar en orden. No había problemas, ni había dudas, ni necesidad de amar a nadie. Me había acostumbrado a mi rutina.
Pero fue inevitable.
Su voz dulce y la verdad que transmitía su mirada fue un hechizo infalible para mi corazón. Tenía poco tiempo conociéndolo y no me importó, me arriesgué a decirle lo que sentía. Le dije que no sabía qué me pasaba, pero que mi mente y mi corazón sentían que lo amaban…
Desde muchas vidas antes, desde el inicio de los tiempos, hasta lo eterno.
Yo sentía que él era la mitad de mi cuerpo.
Al principio él me tomó por loca, me dijo que si me sentía bien, que si había bebido o si estaba consciente de lo que decía, yo sólo me reía.
- Te digo que te amo, ya sé que es una locura, pero no es mentira – mencioné.
Confieso que fui un poco tosca, brusca y poco delicada y también sé que, aunque él también me amaba, esa confesión tan pronta, no se la esperaba.
Pero ese día cambió para siempre nuestra historia. Una historia que, sin saberlo, sería para siempre. Porque nos amábamos, incluso, antes de conocernos. Era como si un hilo rojo realmente estuviese atado a nuestros dedos, y en algún punto del camino, él y yo estábamos destinados a conocernos.
Yo nunca había amado a nadie como lo amo a él. Y él lo sabe.
Claro que nuestro camino no ha sido sencillo, ha estado lleno de espinas, de obstáculos y de problemas. No ha sido fácil comprender que él llegó para cambiar cada minúscula partícula de mi mundo. Él volcó mi vida, puso todo al revés. Pero, además, también me cambió a mí.
Me hizo una mejor persona, me mostró la verdadera felicidad, fue curando cada uno de mis miedos – aunque aún todavía quedan muchos.
Me ha tenido paciencia. Me ha valorado y me ha querido, incluso, con la lista de errores que llevo conmigo a cuesta.
Yo, por mi parte, me sigo equivocando. Y él pacientemente sigue estando. ¡Cuánto agradezco a Dios tu presencia, cuánto te amo!
Ese hombre que tanto amo, es el dueño de este palacio. Así que pronto leerá esto y probablemente se pondrá rojo y me dirá que estoy loca. Pero es mejor locura a su lado, que cordura sin él.
Es la persona más tierna, dulce y de buen corazón que jamás he conocido. Su amor me llena y rebosa. Él sólo tiene amor para dar. Amor para mí y para los demás. Y es que él es la definición del amor hecha persona. Su generosidad y su calidez hacen de este mundo un lugar más amable, un lugar más tranquilo.
Desde que él existe, los martes 13 no son de mala suerte.
Gracias por quererme, cariño mío.
Te amo siempre.