Santiago de Compostela, 22 jun (EFE).- El escritor y periodista Carlos González Reigosa (A Pastoriza, Lugo, 1948) rescatará en su próxima obra, no exenta de novedades y con un título «casi seguro» pero no definitivo, a dos grandes personajes de la novela negra de los que fue artífice, los recordados Nivardo Castro y Carlos Conde.
Este lucense de nacimiento y de alma, a la vez que madrileño de adopción, baraja, según ha contado en una entrevista a Efe, agencia de la que fue director de información en el período de 1997 a 2004, dos posibilidades para la cabecera de su esperado trabajo, ‘A vinganza do defunto’ o ‘Memoria do mal’.
Son las dos cartas que sopesa este francotirador de la hermosura a través de la palabra para su próxima historia, que saldrá a la venta en septiembre, aunque todas las apuestas parecen decantarse «a favor del primer naipe».
«Recupero, después de unos años de abandono, a los dos personajes de la novela negra», relata este polifacético gallego que camufla su segundo apellido -G.- y que confiesa que rescató a Castro y Conde «con toda la fuerza con la que empecé con ellos».
Tramas e investigaciones son comunes en la trayectoria de este intelectual en el género de la novela negra. Nivardo y Carlos figuran en afamados enredos de Reigosa, como el best-seller ‘Crimen en Compostela’ o ‘La guerra del tabaco’.
En esta ocasión, si los recupera es para hilar y narrar una maquinación que sucede en los años cuarenta, entre Vigo y Buenos Aires, con nazis, judíos y aliados por medio, y que da «continuidad» al proyecto inicial.
Amante confeso y acérrimo seguidor de los grandes de la ‘novela negra’, como Raymond Chandler, Samuel Dashiell Hammett o Ross Macdonald, Carlos Reigosa vive obsesionado con alejar a Nivardo y a Carlos de arquetipos y estereotipos.
¿Y cómo? «Pues haciéndolos evolucionar y permitiéndoles que vivan con el paso del tiempo».
En esta última aventura se presentan al lector con más de cincuenta años, debido a un salto temporal que se descubre en la parte final del libro, pero que es una «transformación evidente y pretendida».
«Cumplir años a veces da miedo, y a estos dos personajes también», reflexiona Reigosa, a carcajada pura.
Este profesor «atípico e invitado» que imparte las conferencias «que me apetecen y las que no, no» acaba de ser distinguido en la XX edición de los premios literarios Arzobispo Juan de San Clemente, en la modalidad de lengua gallega, por su obra ‘A vitoria do perdedor’, en la que detalla la violencia de la posguerra.
Una «gran satisfacción» embargó al escritor en cuanto tuvo conocimiento de la noticia, sobre todo, por el procedimiento, ya que los estudiantes son los miembros del jurado.
Con lo cual, es una valoración de una generación distinta, «un referéndum que dice que, de alguna manera, estoy acertando con el trabajo, pese a que fijo que también se puede hacer mejor, claro».
«Las obras no tienen que ser generacionales, sino que tienen que perdurar», defiende.
Carlos G. Reigosa detalla que la «proximidad histórica» de ‘A vitoria do perdedor’, la que han percibido los alumnos, se rige por relatos revestidos de una «versión oral» que a través de las páginas sienten cercanos.
En este trabajo, el periodista de A Pastoriza detalla que intentó exponer la violencia en una sociedad cualquiera como un elemento «simple», por ejemplo, que uno mata a otro y con posterioridad aparecen las situaciones de venganza, casi imposibles de detener.
«En la violencia no hay salvación. Es una enorme satisfacción que eso sea entendido por una generación nueva. Las reflexiones sobre la violencia son el núcleo esencial de la obra».
Al margen de su faceta como ‘montador’ de prosas, de novelas negras o amarillas, como se las conoce en el país de la bota, G. Reigosa acaba de parir, y publicar, un libro de poemas, su pistoletazo de salida en el mundo de las rimas y los versos.
«Pero yo no soy poeta», manifiesta. «Yo no quiero ser más que novelista en todo lo que me queda de vida».
No obstante, esta obra es especial, comparable a «desnudarse», a ser más sincero de lo que jamás ha pensado, todo ello resultado de una erección poética que creció y salió en un momento concreto en el que la tristeza por la muerte de sus padres inundó al escritor y se vio en la obligación de hacer brotar esas sensaciones tan extremas.
«Hoy en día -reconoce- no rubricaría ese poemario, sobre todo en el sentido vital, del valor de la vida».
Reigosa recuerda que uno de sus amigos, al leer el poemario, le dijo: «Este no eres tú», algo que él mismo reconoce como «erróneo» porque durante el tiempo de duelo sí era él.
Son, en definitiva, versos, rimas y melodías que emanan desde lo más hondo de Reigosa y que descubren una faceta nueva e innovadora que puede marcar, o no, un punto de inicio, en el que las críticas de los expertos no parecen jugar un papel trascendental.
«Las miro poco. Nunca decidieron nada en mi vida. Las agradezco pero como autor no influyen», concluye.
Patricia Pernas