Aunque actualmente muchos lo llaman puenting, la realidad es que su nombre originario es Bungee Jumping y tiene sus orígenes en la Isla de Pentecostés.
Esta isla situada en el sur del Pacífico, forma parte de Vanuatu, un archipiélago con más de 93 islas.
En concreto, Pentecostés es una isla con altas montañas. Uno de los rituales de Bunlap consistía, precisamente, en utilizar la altura para poner a prueba a los varones en su paso de niños a hombres.
De hecho, se les ataban los pies y se les lanzaba de una altura considerable al vacío. Quien consiguiera hacerlo, desde torres que se construían a 20 ó 30 metros, tan solo con ramas de vid atadas a los tobillos, sin ningún otro tipo de seguridad adicional, mostraba su hombría.
Pero una leyenda marital dice que es la que originó este salto ya que, una mujer, huyendo del vigor sexual de su marido, escaló un árbol y, tras verse seguida, se ató lianas a los tobillos para saltar, salvándose. El marido, que lo presenció, no adecuó las lianas lo suficiente y perdió la vida.
Sea como fuere, aún hoy la Isla sigue conservando esta tradición entre los meses de Abril, Mayo y Junio, acorde también a la cosecha de la batata.
Pese a la creencia mayoritaria cristiana de las islas Vanuatu, lo cierto es que aún están muy presentes algunas tradiciones ancestrales.
Tanto es así que todo hombre que se enfrenta a este reto, debe seguir unos rituales el día del salto como un baño, aceite de coco esparcido por su cuerpo e incluso una decoración tribal que represente su aspecto más varonil y salvaje. Mientras que hombres llevan colgantes con dientes de animales salvajes, las mujeres llevan los típicos trajes que recuerdan la imagen que se tiene de las mujeres hawaianas, aunque poco tenga que ver con este rincón del mundo. Aunque solo saltan los hombres, éstos dicen que no se atreverían a dar el salto sin el apoyo de los bailes de las mujeres, haciendo de esta tradición algo familiar.
Quienes lo prueban dicen que es una de las experiencias extremas más increíbles que puede hacer el hombre de forma no artificial, consiguiendo una fuerza G, la medida del tipo de aceleración que causa una increíble percepción de peso.
Hoy en día, este deporte extremo es practicado por miles de personas alrededor del mundo que quieren soltar adrenalina con una cuerda atada que es capaz de estirarse hasta 400 veces su longitud para evitar lesiones y amortiguar los rebotes.
Aunque ancestral tradición, realmente comercializada no lleva tanto tiempo. Fue en la década de los 80 cuando un australiano decidió popularizarla y hoy es parte de muchos rituales y retos entre amigos.