Bagdad, 11 ago (dpa) – El Tribunal Supremo de Irak dio hoy un importante respaldo al primer ministro Nuri al Maliki al certificar que su partido tiene que ser el encargado de formar gobierno como la fuerza más votada en las elecciones, informó la televisión iraquí.
La alianza gobernante, la chiita Coalición del Estado de Derecho, es la que más diputados tiene en el Parlamento tras las elecciones de abril y, como tal, la que debe formar un gabinete según la Constitución, señaló la corte.
La Coalición del primer ministro tiene 95 de los 328 mandatos en el Parlamento, pero líderes chiitas rivales aseguraban que debía ser considerado como bloque mayoritario la más amplia Alianza Nacional Chiita, que cuenta con 173 diputados incluyendo los de Al Maliki.
El dirigente es primer ministro desde 2006 y quiere ser reelegido para un tercer periodo, pero la mayoría de los otros partidos exige que se aparte del poder y lo acusan de los avances militares que está teniendo el grupo terrorista sunita Estado Islámico (EI) en amplias zonas del país.
El domingo venció el plazo que el presidente, el kurdo Fuad Masum, tenía que encargar el gobierno a un partido, sin que lo haya hecho. Por eso, Al Maliki lo acusó de violar la Constitución y ordenó a las fuerzas de seguridad tomar posiciones en calles importantes y puentes de Bagdad. También anunció que llevará a Masum ante los tribunales.
Mientras tanto, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, declaró que espera que Al Maliki no interfiera en el proceso político del país, que pasa por una grave crisis.
«Creemos que el proceso de formación del gobierno es crítico en términos de mantener la estabilidad y la calma en Irak. Esperamos que el señor Maliki no agite esas aguas», dijo Kerry a la prensa desde Sydney, Australia.
No habrá apoyo internacional a «cualquier cosa que se desvíe del legítimo procesp constitucional», añadió Kerry.
Las últimas semanas ha habido intensas negociaciones para encontrar un candidato alternativo a Al Maliki que reciba un amplio apoyo.
Los líderes políticos y religiosos -entre ellos también los de los aliados occidentales- se han ido apartando de Al Maliki por sus políticas de línea dura que han aislado a la minoría sunita en Irak, provocando que apoye a las milicias de EI.