Madrid, 24 mar (dpa) – Un silencio sepulcral marcó el regreso de Adolfo Suárez al Congreso de los Diputados. El féretro del primer jefe del gobierno de la democracia española cruzó hoy la entrada principal de la cámara portado por un piquete de honor y envuelto en la bandera de la España democrática de la que fue padre.
Otra insignia rojigualda, más pequeña, ondeaba algunos metros más arriba a media asta, en la fachada principal de la sede de la soberanía nacional de una España de luto que desde el domingo llora la pérdida del presidente de la Transición.
En la Carrera de San Jerónimo, en el centro de Madrid, solo se escuchaban los pasos marcados de los militares del Ejército de Tierra que sobre sus hombros llevaban el ataúd.
A pie de escalinata, solemnes y de riguroso luto, Mariano Rajoy y los tres ex presidentes del gobierno vivos -los socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero y el conservador José María Aznar- seguían con la mirada el lento avanzar del féretro hacia la Puerta de los Leones, que se abre solo en los días más importantes.
Suárez, el hombre de consenso que condujo a la democracia a las dos Españas en las que la guerra civil y la dictadura franquista habían dividido al país, reunió hoy a todos en torno a su figura, incluidos los tres ex presidentes, una foto nada fácil de conseguir.
Dirigentes del Partido Popular (PP) de Rajoy se mezclaban con los del Partido Socialista (PSOE) de Alfredo Pérez Rubalcaba y otras formaciones de la oposición. Se saludaban y se sonreían, unidos en homenaje cerrado al padre de la Transición.
«Una gran pena», dijo sentir el rey Juan Carlos por la muerte de Suárez, después de haberle impuesto a título póstumo el Collar de la Real Orden de Carlos III, la máxima condecoración civil. «Mi dolor es grande; mi gratitud, permanente», había dicho la víspera.
Ayudado por un bastón y muy emocionado por la pérdida del que calificó como «un amigo leal», el monarca estuvo acompañado por la reina Sofía, con el rostro desencajado por momentos, y por su hija la infanta Elena.
La capilla ardiente del ex presidente del gobierno, fallecido el domingo a los 81 años por las consecuencias del Alzheimer, se instaló la mañana del lunes en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados.
Un edificio desde el que en buena parte pilotó la transición de la dictadura a la democracia entre 1976 y 1981 y en el que en febrero de ese último año se negó a doblegarse ante los guardias civiles golpistas que entraron disparando en la cámara. Una imagen que se ha fijado en la retina del imaginario democrático de España.
Mañana martes el Congreso de los Diputados lo despedirá para siempre con honores de Estado. Suárez volverá a atravesar la Puerta de los Leones y, en un armón custodiado por militares, será llevado a la cercana plaza de Cánovas del Castillo.
Un toque de oración, con descarga de fusiles y desfile, constituirá allí el último adiós antes de su entierro en la catedral de Ávila.
Por Sara Barderas
