El caso Villarejo: los audios que tienen en jaque a España

Madrid, 26 sep (dpa) – En solo unos meses, sus grabaciones han puesto contra las cuerdas a una ministra española y hasta al rey emérito Juan Carlos I. El ex comisario de Policía José Manuel Villarejo, en prisión provisional desde hace casi un año, es uno de los personajes más polémicos y oscuros de la historia reciente de España.

Durante más de dos décadas, se movió en la sombra entre las élites y grabó con un micrófono oculto conversaciones con políticos, jueces y empresarios. Imputado en varios casos, en noviembre de 2017 fue detenido acusado de integrar una red de blanqueo y migración ilegal.

Ahora, parte de esas grabaciones tiene en jaque al país. La difusión de unos audios con controvertidas declaraciones de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, devolvieron a la palestra a un policía que, ya sin placa ni pistola, parece guardar un arma más valiosa.

La periodista Pepa Bueno, que dirige cada mañana uno de los programas de radio más escuchados en España, relacionó esta semana directamente a Villarejo con las «cloacas del Estado», expresión con la que en los años 80 se denominó a ciertas prácticas opacas del Ministerio de Interior relacionadas con el espionaje y la lucha antiterrorista.

«Apenas hay un par de fotos suyas en Internet, en la calle nadie le conoce. Sin embargo, su nombre aparece en casi todos los casos de espionaje político y policial de la democracia», afirmaba en junio de 2017 el programa de televisión del conocido comunicador Jordi Évole, el único que consiguió entrevistar a Villarejo en los últimos años.

El comisario jubilado, de 67 años, ingresó en la Policía Nacional a principios de la década de los 70. Años después, formó parte de un grupo antiterrorista que luchaba contra el grupo armado vasco ETA.

Entre 1983 y 1993, en el marco de una excedencia como policía, manejó una serie de empresas a través de las que realizó trabajos de investigación. Uno de los más sonados fue el llamado «informe Veritas», que supuestamente le encargó el ministerio de Interior durante el Gobierno del socialista Felipe González para indagar en la vida de jueces, políticos, periodistas y empresarios.

Su nombre aparece en los expedientes de algunos de los casos de corrupción más importantes en España y fue incluso señalado por apuñalamiento en el marco de un turbio caso de abuso sexual que se tornó en una suerte de «thriller» en los medios de comunicación.

«No creo que el malo sea Villarejo. Yo lo tuve siempre por un profesional que tenía mucha información, que trabajaba siguiendo las órdenes de los superiores», dijo en una ocasión Baltasar Garzón, con quien el ex comisario trabó una relación de amistad pese a haber investigado al que fuera magistrado de la Audiencia Nacional.

Mientras algunas voces defienden a Villarejo (el ex ministro de Interior Jorge Fernández Díaz destacó que había prestado «relevantes servicios en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado»), otras alertan de que es «un peligro para el Estado».

«O el Estado somete a Villarejo o Villarejo someterá al Estado», llegaron a decir fuentes próximas al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en declaraciones al diario «El Mundo».

En noviembre de 2017, el turbio comisario fue enviado a prisión de forma provisional acusado de pertenencia a organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales por el llamado «caso Tándem».

«Si no me sacan pronto, habrá novedades a final de septiembre. Y la traca final… antes de Navidad», dijo a sus compañeros de la cárcel de Estremera (Madrid) hace unas semanas, según relató uno de los presos al diario español «El País».

Al parecer, esa cruzada para «salvarse» a sí mismo tiene relación con la difusión, el pasado julio, de unos audios que presuntamente grabó durante una conversación con la empresaria alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, amiga especial del rey emérito Juan Carlos I, en la que ésta atribuía ciertas irregularidades al monarca español.

La Justicia española archivó el caso por falta de indicios y por la inviolabilidad penal del rey emérito, quien en junio de 2014 ya había abdicado tocado por otros escándalos.

Poco después, las grabaciones del ex comisario hacían estallar una nueva crisis en España, esta vez directamente en el Gobierno.

El portal digital Moncloa.com difundió esta semana una conversación distentida de hace nueve años entre el propio Villarejo, el ex juez Baltasar Garzón y la actual ministra española de Justicia, la ex fiscal Dolores Delgado, así como varios mandos policiales.

Además de mostrar un presunto vínculo entre la ministra y el polémico ex comisario, que ésta había sido negado previamente, en las grabaciones se escuchan algunos comentarios de la titular de Justicia que la han puesto en el ojo del huracán, como cuando llama «maricón» al actual ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, o cuando expresa su preferencia por trabajar con hombres.

«No aceptaré el chantaje de nadie», dijo hoy Delgado tras descartar su dimisión en uno de los momentos más delicados para el Gobierno de Pedro Sánchez, a quien la oposición pide elecciones anticipadas tras varios escándalos en poco más de 100 días de mandato.

La sombra de Villarejo es alargada. Incluso entre rejas. «Yo soy un tipo paciente», dijo el propio comisario en una conversación grabada hace un año y difundida hoy por el diario «El País». «Hay que esperar’, pum pum pum, ¿sabes?, hasta que pegas la hostia», añadió.

Por Ana Lázaro Verde (dpa)