Corea del Norte pone a prueba a Estados Unidos en el póquer nuclear

Seúl, 16 may (dpa) – ¿Giro radical, estrategia negociadora o indicador de problemas internos? Con la repentina cancelación de un encuentro de alto nivel intercoreano para avanzar en la reconciliación y la amenaza de suspender la cumbre con Estados Unidos prevista en junio, Corea del Norte vuelve a poner en vilo al mundo y a cuestionar los avances de distensión en la península coreana.

El pasado marzo, el presidente estadounidense, Donald Trump, dejaba al mundo sin respiración al aceptar una propuesta del líder norcoreano, Kim Jong-un, para reunirse. «¡Los dos intentaremos hacer de este momento algo muy especial para la paz mundial!», tuiteó poco después. La cita fijada: el 12 de junio en Singapur. Algo que ahora pende de un hilo.

Estados Unidos no se inmutó hasta ahora tras las primeras amenazas de Pyongyang de una posible cancelación del encuentro. Los preparativos siguen adelante, dijo el Departamento de Estado. Detrás, la esperanza de que con sus palabras, Pyongyang sólo esté intentando ganar peso en las difíciles negociaciones sobre el desmantelamiento de su programa nuclear y tomar la iniciativa.

Mucho está en juego para Trump, cubierto de críticas por la reciente salida unilateral de su país del acuerdo nuclear con Irán: un acuerdo con una hoja de ruta detallada para el desmantelamiento del arsenal nuclear norcoreano sería un gran éxito en política exterior.

Pero a Corea del Norte le molesta que Trump atribuya el acercamiento a Pyongyang a un éxito de su política de «máxima presión» y quiere demostrar algo: que el aislado Gobierno norcoreano no deja que le dicten sus acciones desde fuera.

Y es que en el interior de su país, Kim es presentado como un exitoso estratega. «Pero Estados Unidos ve equivocadamente las iniciativas generosas de la «República Popular como signo de debilidad y lo vende como un producto de las sanciones y la presión», criticaba el miércoles el viceministro de Exteriores norcoreano, Kim Kye-gwan. Él es también un experimentado negociador en el contencioso nuclear.

Trump ya amenazó con abandonar la mesa de negociaciones «respetuosamente» si la cumbre no prometía los éxitos deseados. Pero ahora es Coraa del Norte quien le iguala la apuesta con su amenaza.

Philip Yun, experto en Corea del Norte y director de la organización Ploughshares Fund de San Francisco, que también negoció con Corea del Norte, no se muestra sorprendido por lo que está ocurriendo ahora. «Es un camino lleno de baches, cada una de las partes quiere ganar influencia».

Yun señala también que en Corea del Norte hay insatisfacción entre los generales, porque las armas nucleares han sido hasta ahora un medio de garantizar el sistema y temen que eso peligre ahora.

En la cumbre con su homólogo surcoreano Moon Jae-in del 27 de abril, Kim se comprometió a avanzar en una «desnuclearización completa» de la península coreana. Sin embargo, es posible que Corea del Norte y Estados Unidos entiendan cosas diferentes por «desnuclearización», por lo que las negociaciones se esperan difíciles.

Kim habló recientemente de pasos sincronizados que lleven al desmantelamiento del programa nuclear, lo que que podría indicar un proceso de desarme flexible. Pyongyang exige también garantías de seguridad.

La declaración actual de Corea del Norte podría deberse sobre todo a las declaraciones del principal asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, considerado poco sensible a la hora de tratar con Pyongyang. Bolton habló de una entrega inmediata de las armas nucleares de Corea del Norte.

La investigadora Laura Rosenberger, del fondo German Mashall en Estados Unidos, tuiteó por ello que la declaración de Corea del Norte «está dirigida a Bolton y no a Trump». Los norcoreanos quieren probar «quién se sentará en el asiento del piloto». «Su esperanza parece ser que Trump comprenda que Bolton pone en peligro valiosa cumbre y lo relegue».

El funcionario norcoreano criticó también la referencia de Bolton al «modelo libio» para hablar de Corea del Norte. El país norafricano accedió hace 15 años, con Muamar al Gadafi al frente, a destruir sus armas de destrucción masiva a cambio del levantamiento de sanciones internacionales. Y ello no evitó que Estados Unidos y otros países como Francia y Reino Unido -potencias nucleares- apoyaran su derrocamiento en 2011 tras una revolución popular.

¿Tiene acaso Kim miedo de que le espere un destino similar? La política de Washington es «la manifestación de un móvil terriblemente oscuro de dar a nuestro digno país el destino de Libia o Irak, que han colapsado por rendirse a las grandes potencias», añadió el viceministro de Exteriores.

Por Dirk Godder (dpa)