Asunción, 22 abr (dpa) – En las calles lo llaman «Marito» para diferenciarlo de su padre, el secretario privado del dictador Alfredo Stroessner. Mario Abdo Benítez, el nuevo presidente de Paraguay, heredó de su padre el nombre, pero también una cuantiosa fortuna que se sospecha mal habida y el lastre de un sangriento período histórico del cual nunca logró, o quiso, despegarse por completo.
El Gobierno de Stroessner «dejó las bases de las grandes infraestructuras que hasta hoy tiene el pueblo paraguayo», declaró alguna vez refiriéndose a un período histórico (1954-1989) marcado por crímenes de lesa humanidad, como torturas, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, persecuciones y encarcelamiento de inocentes.
«Marito», de 46 años, aclaró durante la campaña que no está de acuerdo con la violación de los derechos humanos. Antes de votar, reiteró que nadie puede dudar de su compromiso con la democracia y anunció que visitaría este mismo día la tumba de su padre, en un hecho que no careció de peso simbólico.
Representante a estos comicios por la oficialista Asociación Nacional Republicana–Partido Colorado (ANR), Abdo estudió marketing político en Estados Unidos y en Paraguay recibió una formación militar que culminó con los títulos de subteniente de aviación de reserva y paracaidista. Luego dividió su vida entre la militancia y los negocios.
En política incursionó cuando tenía 33 años. Llegó a ser vicepresidente del Partido Colorado y presidente del Senado y desde allí construyó la disidencia interna que le terminó por arrebatar la candidatura en estas elecciones al delfín del mandatario Horacio Cartes, Santiago Peña.
Su ruptura con Cartes fue un espaldarazo para posicionarse ante muchos electores descontentos con la gestión del actual presidente, a quien algunos responsabilizan por la profundización de la pobreza que afecta a casi uno de cada tres paraguayos.
De todas formas, tras las internas de diciembre de 2017, los dos sectores colorados hicieron las paces y se presentaron unidos a estos comicios, lo que les permitió mantener al Partido Colorado en el poder tras décadas de Gobierno apenas interrumpido por la gestión del progresista Fernando Lugo, entre 2008 y 2012.
Como empresario, Abdo pudo mantener aquella vieja fortuna de su padre, dirigiendo dos empresas vinculadas al sector de la construcción, que obtuvieron contratos con Gobiernos regionales de tinte colorado.
Nacido en Asunción en 1971, «Marito» se casó dos veces y tiene dos hijos de su primer matrimonio. Su segunda esposa, Silvana López Moreira Bo, es nieta de un poderoso empresario de la época de Stroessner, Nicolás Bo Parodi.
Junto a la ahora primera dama rezó la noche anterior a los comicios –según contó Abdo a la prensa- y prácticamente sin soltarle la mano emitió hoy el voto en las elecciones que lo llevaron al Palacio de Gobierno.
Por Ivonne Jeannot Laens (dpa)