París, 29 mar (dpa) – El Louvre de París celebra a Eugène Delacroix inagurando hoy la primera gran retrospectiva en 55 años que se dedica a uno de los los pintores franceses más destacados del siglo XIX, mientras que el Centro Pompidou se rinde a la vanguardia rusa con obras de Chagall, Lisitski y Malevich.
El Louvre expondrá 180 obras que ilustran las distintas fases que atravesó Delacroix (1798-1863) a lo largo de 40 años de carrera.
La muestra, que se podrá contemplar hasta el 23 de julio, arranca con sus primeros trabajos como artista, que ya en 1822 consiguió llamar la atención con sus cuadros. La exposición concluye con composiciones religiosas y paisajes, obras menos conocidas del artista.
La exhibición ofrece un repaso a un pintor enmarcado en el romanticismo tardío pero que también fue orientalista y abrió el camino al impresionismo.
Por su parte, el Pompidou inaugura hoy «Chagall, Lisitski, Malevich. La vanguardia rusa en Vítebsk».
La localidad de Vítebsk, actualmente en Bielorrusia, está indefectiblemente unida al pintor Marc Chagall y no sólo porque el artista ruso-francés naciese cerca en 1887, sino porque fue allí donde Chagall abrió su escuela de arte en 1918, que se convertiría en un centro de la vanguardia rusa.
Con motivo del centenario de la creación de esa escuela el Pompidou ha reunido obras de artistas que pasaron por ella. Hasta el 16 de julio se podrán ver unas 200 obras cuyo lenguaje visual es muy divergente. Además de la colorida imagen de Chagall, en la que se puede ver cómo él y su esposa Bella sobrevuelan los tejados de Vítebsk, se puede contemplar el suprematismo de Malevich y Lisitski, las primeras tendencias artísticas consecuentemente no figurativas.
Vítebsk se convirtió entre 1919 y 1922 en un laboratorio experimental, dijo la curadora de la muestra Angela Lampe. Es algo de lo que se ha sabido muy poco hasta ahora, una de las razones por las que ahora se organiza la muestra.
Las obras reflejan el paisaje artístico de Rusia entre 1910 y 1920, que estuvo marcado por estilos y grupos rivales con diferencias muy marcadas. No obstante, todos los artistas sí tenían algo en común: eran seguidores de la Revolución de Octubre.
Chagall dejó la escuela que él creo en 1920, tras las diferencias con Malevich, quien con su cuadro «cuadrado negro» se convirtió en el máximo exponente de la vanguardia rusa. El movimiento acabó con la llegada al poder de Josef Stalin, que proclamó el realismo socialista como arte del Estado.