Rongcheng, 17 mar (dpa) – Yu Ganqing está molesto porque hoy tiene que interrumpir su trabajo e ir al registro por un certificado de su «fiabilidad social». El documento contiene una puntuación calculada según un sistema único en el mundo de crédito social que el Gobierno comunista quiere introducir en toda China para 2020 y que distingue entre buenas y malas personas.
«Necesito el papel para solicitar un crédito para un apartamento», dice el empleado de 30 años.
La ciudad de Rongcheng, en la costa este de China, es desde hace más de dos años una las pioneras en aplicar el proyecto piloto. Una computadora central acumula datos de 50 instituciones y concede puntos extra a los ciudadanos por un comportamiento deseado y les resta puntos a aquellos que se desvían de alguna forma y violan las normas.
Al igual que el Gran Hermano de la novela «1984» de George Orwell, el Partido Comunista y el jefe de partido y de Estado, Xi Jinping, entran profundamente en la vida privada de los ciudadanos para reunir la información. El control de la población con medios digitales y el todopoderoso Xi son los dos pilares de «una nueva forma de totalitarismo», advierten los críticos.
Yu Ganqing obtiene en el registro su certificado: 1.000 puntos, nivel A. Esto significa que es «un buen ciudadano», sin deudas, que acata las normas y que no destaca políticamente. Como está casado, también solicita el certificado de su esposa. De lo contrario no recibirá el préstamo.
«Significa más trabajo», se queja Yu Ganqing sobre el sistema, pero no lo pone en duda. ¿Hace mejor a las personas? «No lo sé, puede», dice.
Durante mucho tiempo se consideró a Internet como una amenaza para las dictaduras porque permitía a la población informarse y agruparse; sin embargo, ahora el Gobierno chino aprovecha las grandes cantidades de datos recopilados -big data- para vigilar a la población y los nuevos medios digitales para educarla.
No obstante, algunos habitantes de Rongcheng destacan los beneficios. La enfermera Lu Qunying, por ejemplo, considera que el sistema de puntos «anima a hacer el bien». «Necesitamos directrices o un sistema para vigilar a las personas» ahora que China no está aún muy desarrollada, agrega. Además, «la ciudad está ahora más limpia», destaca.
Para muchos en China el sistema no es extraño porque ya el modelo de Estado del confucianismo se centraba en constatar el carácter virtuoso de los ciudadanos. Y cuando llegaron los comunistas, introdujeron unas tarjetas personales que contenían informaciones privadas, valoraciones de superiores, violaciones de las normas y la opinión política, entre otros datos. Estas actas acompañaban a los ciudadanos toda su vida.
Algunos pueblos vecinos de Rongcheng son incluso más ambiciosos que el sistema de la ciudad. En Daxunjiangjia se valora si los vecinos discuten o si los hijos ayudan a sus padres.
Por ejemplo, junto a la foto del señor Mu Hongqing, colgada en un tablón, las autoridades lo alaban porque «siempre visita a sus padres, respeta al vecindario, ayuda a los demás, cumple sus promesas y obedece al comité del pueblo».
En otra lista se valora en qué medida los hijos ayudan a sus padres: junto a los nombres aparecen cantidades de dinero y productos como aceite, y se indica si han pagado facturas médicas o cuánto visitan a sus progenitores.
Todos los ciudadanos mayores de 18 años están registrados en Rongcheng, cuenta He Junning, director de la Administración del crédito social. Todos comienzan con 1.000 puntos, es decir nivel A. Las autoridades locales les proporcionan datos de todo tipo y ellos se encargan de comprobarlos.
Quien dona 1.000 yuanes a una buena causa, por ejemplo, obtiene cinco puntos, y si la ciudad le concede una condecoración, 30. El máximo nivel, AAA, se alcanza con 1.300 puntos y con él se ganan descuentos en las facturas del gas o el agua y se permite alquilar bicicletas o sacar libros de la biblioteca sin fianza.
La puntuación tiene una gran importancia: los funcionarios deben tener bastantes puntos para ascender, las empresas se fijan en la puntuación para las contrataciones e incluso algunos padres quieren saber los puntos que tiene su futuro yerno.
Las violaciones leves de las normas de circulación cuestan cinco puntos y conducir ebrio supone la caída directa al nivel C. En este se sitúan aquellos con entre 600 y 859 puntos y por debajo está el último escalafón, el D. Estas personas tienen dificultades para encontrar trabajo y no son ascendidas.
El sistema no sólo reúne datos oficiales, sino de bancos o empresas. Por ejemplo Alibaba, gigante de las ventas por Interntet, empieza a cooperar con la administración. Nadie acumula en China más datos sobre sus clientes como el sistema de pagos de la plataforma online, Sesam. Este puntúa a sus clientes en función de sus pagos o sus interacciones en las redes sociales. Rongcheng ha acordado con Alibaba una cooperación, pero «aún se está negociando qué datos exactamente se compartirán», explica He.
La administración del barrio «Aurora», ubicado frente a la sede del crédito social de Rongcheng, ya controla la actividad de sus 12.000 habitantes en las redes sociales. Si alguien «difunde rumores en Internet o difama a otros» impide que su familia sea considerada como «civilizada» se advierte en una pizarra de la administración local.
El señor Chen, que vive en el barrio desde hace diez años, no tenía ni idea de que se controlaban los comentarios en las redes sociales, pero no parece alarmado. «Tengo la sensación de que el comportamiento de las personas ha mejorado en el último medio año», cuenta. Por fin muchos conductores paran en los pasos de cebra, señala.
Una sociedad necesita normas, argumenta una mujer ante el supermercado. «Si no, solo hay caos». Ella opina que el sistema ha conseguido mucho: el barrio «Aurora» tiene ahora buena fama y el valor de la vivienda ha aumentado.
«Espero que se promocione y se desarrolle este sistema para vigilar a todos», declara. La mujer asegura que no le preocupa que se viole su intimidad. «Confío en el Gobierno. ¿En quién podría confiar si no pudiera hacerlo en el Gobierno?».
Por Andreas Landwehr (dpa)