Dolores Agenjo defiende su actuación durante el 9-N

Según publica el diario digital catalán gironanoticies.com en una semana marcada por el juicio del 9-N, uno de los nombres de actualidad es el de Dolores Agenjo. La exdirectora del Instituto Pedraforca de L’Hospitalet de Llobregat saltó a la esfera pública tras negarse a ceder el centro como sede electoral durante el 9 de noviembre de 2014. Tres años más tarde, Agenjo ha vuelto a ser protagonista al declarar como testimonio de las acusaciones. En el segundo día de juicio, Dolores Agenjo y otros testimonios aseguraron que habían recibido presiones por parte de la Generalitat de Cataluña. Durante su intervención, Agenjo declaró que el 7 de noviembre -tres días después de la orden del Tribunal Constitucional y dos días antes del proceso participativo- recibió llamadas de la exdirectora de Servicios Territoriales de Educación en Barcelona, Montserrat Llobet. “Le dije que sin una orden escrita no entregaría las llaves y me dijo que era la última que quedaba”, contestó Agenjo tras las presiones de Llobet.

Otra vez en el centro de todas las miradas, Agenjo ha vuelto a recibir presiones e insultos por parte de los sectores más extremos del independentismo. De hecho, no es la primera vez que ocurre. La exdirectora del Instituto Pedraforca de l’Hospitalet de Llobregat ya fue blanco de criticas, insultos y amenazas de muerte. “Ojalá te mueras de un cáncer, eres una subnormal, y recientemente me dicen que mi familia y yo somos unos desagradecidos y que nos vayamos de Cataluña”, son algunos de los insultos que nos comenta la misma Agenjo. Contra todo

pronostico, esta situación tan desagradable no la ha debilitado, y Dolores Agenjo se ha convertido en uno de los símbolos de la defensa de la unidad de España en Cataluña. La única persona que no cedió a las presiones de la Generalitat y de la fuerzas políticas independentistas seguirá siendo protagonista de una cuestión que todavía tiene un largo recorrido, y que puede terminar con las inhabilitaciones de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau, y también puede demostrar que el 9-N no fue un proceso transparente y democrático, sin un acto de desobediencia con fuertes presiones políticas.