(dpa) – Hace un año, en medio de una situación de emergencia, la canciller alemana Angela Merkel dejó entrar en Alemania de manera excepcional a miles de refugiados.
La noche del 4 al 5 de septiembre, la mandataria tomó una decisión trascendental que conmovió al mundo y que en Alemania le granjeó numerosas críticas. Fue un momento dramático a la par que histórico no exento de complicaciones.
Un año después toca echar la mirada hacia atrás para comprender la magnitud de lo ocurrido, para releer el que podría ser el diario de una decisión que cambió el mundo.
Verano de 2015: los errores de la política de refugiados impulsada por la Unión Europea (UE) se hacen más que visibles en Hungría. El presidente del país, el nacionalista de derechas Victor Orban, ordena la construcción de vallas complicando la situación de los refugiados.
Miles de migrantes, muchos de ellos procedentes de una Siria en guerra, huyen a pie hacia el oeste en búsqueda de ayuda.
Merkel y el entonces canciller de Austria, Werner Faymann, temen que haya muertos, por lo que deciden permitir la entrada de los solicitantes de asilo a sus países. La mandataria alemana asegura en aquel entonces: «Lo vamos a conseguir». Es una frase que todavía repite a día de hoy.
A continuación, una recopilación de los momentos más cruciales de la crisis de refugiados:
EL INICIO: A principios de 2015, casi 1.000 personas mueren ahogadas en el Mediterráneo después de que la barcaza en la que viajaban procedente de Libia con destino a Italia se fuese a pique.
Durante el verano, mes a mes, se duplica el número de refugiados que llega a Alemania. En agosto, las autoridades aseguraron que unos 800.000 solicitantes de asilo habían entrado en el país.
El 27 de agosto aparecieron en Austria 71 refugiados en el interior de un camión frigorífico. Todos estaban muertos. Tan sólo dos días después, la imagen de Aylan, un pequeño refugiado sirio de tres años que murió ahogado en las costas de Turquía, daría la vuelta al mundo.
El 3 de septiembre, la situación se complica en Budapest (Hungría). El mandatario húngaro, Victor Orban, habla en ese momento de «un problema alemán».
LA NOCHE DE LA DECISIÓN (DEL 4 AL 5 DE SEPTIEMBRE)
08:30 de la mañana: Angela Merkel despacha en la Cancillería antes de volar a Múnich. Se teme que la situación en Hungría se complique.
Por la mañana: Unos 2.000 migrantes se dirigen a la estación de tren de Budapest con la intención de llegar a Austria.
16:30 horas: Merkel participa en un acto de su partido en Essen (centro-oeste del país). Desde allí, la política conservadora avisa: «No puede ser que nosotros o cinco países nos hagamos cargo por completo de la situación».
Sus palabras sirven para que se viertan las primeras críticas contra la mandataria. En este caso la acusan de impulsar una política de refugiados «sin corazón».
18:30 horas: Merkel participa en Colonia en otro acto partidista. El canciller austríaco Faymann intenta hablar por teléfono con Merkel. No la puede localizar porque ella se encuentra en el estrado, hablando ante sus correligionarios.
Faymann le quiere proponer una acción conjunta de carácter humanitario que permita a los refugiados entrar en el país. Faymann no se atreve a dar este paso solo y confía en que su homóloga alemana esté de su lado.
Una vez terminado el acto de su partido, se produce la conversación entre los dos líderes. Se trata de una regla de excepción, de «hacer la vista gorda» a todas las formalidades y trámites burocráticos.
En los servicios secretos saltan todas las alarmas. Se teme que las nuevas reglas puedan facilitar la entrada de terroristas a ambos países.
Sobre las 20:30 horas: Merkel mantiene una conversación telefónica con su jefe de Gabinete. Además, son informados otros ministros del Gobierno. En este instante, los acontecimientos dan un vuelco.
A las 21:00 horas: En Budapest, el Gobierno de Orban convoca un gabinete de crisis tras el que se anuncia que todos los refugiados que permanecen en el país deben ser llevados a la frontera con Austria.
Orban intenta hablar por teléfono con el canciller austríaco. Faymann le da largas pero contacta con él a las 23:00 horas. Merkel habla con Orban al día siguiente por la tarde.
La dirigente germana no puede contar durante el día histórico con un compañero decisivo, el presidente del Gobierno regional de Baviera y líder de la CSU, Horst Seehofer.
Pasadas las 23 horas: Merkel llama al móvil del dirigente bávaro. Éste se encuentra de vacaciones en su casa de verano y no contesta. En el círculo más íntimo de la canciller no acaban de entender cómo es posible que el líder regional no esté localizable.
Finalmente, Merkel le confirma a Faymann, sin consultar con el líder del tercer partido que sustenta la coalición de Gobierno, que está de acuerdo en recibir a miles de refugiados en Alemania.
A las 00:42 horas: La agencia de noticias dpa publica una noticia urgente: «Los refugiados de Hungría pueden entrar en Austria y en Alemania».
A la frontera austríaca van llegando los primeros autobuses con refugiados. Los migrantes recorren a pie los últimos metros y son recibidos con aplausos, comida y carteles de bienvenida.
Sobre las ocho de la mañana: Seehofer devuelve la llamada a Merkel. El político bávaro dijo posteriormente a dpa: «Yo no hubiese tomado una decisión como esa sin consultar antes con mi socio de coalición», declaró. Miembros de la CSU alertan de un posible «efecto llamada».
En la televisión pública alemana, el jefe de Gabinete del Gobierno alemán insiste en que se trata de una situación excepcional. Ese fin de semana llegan a Múnich unos 20.000 refugiados.
Por Kristina Dunz