«El parque de la Vida en Luarca, donde la magia se manifiesta de muchas maneras»

collage1Para bien y para mal se lo que es sufrir una fobia.

Se lo que es vivir, perdón, malvivir con esa carga y gracias a la ayuda de una buena profesional, se lo que es la felicidad y la liberación que se siente al desprenderte de ella.

Mi fobia a los roedores llegó al punto de condicionar mi vida totalmente, no me atrevía a salir de casa y si lo hacía, obligada por las necesidades del día a día, pasar por delante del hueco de una alcantarilla me provocaba sudoración, palpitaciones, angustia y un estado de ansiedad que me dejaba clavada en medio de la acera, llorando y sin maniobra para actuar. Ese miedo irracional condicionó mi vida de tal manera que para mí lo más fácil era el no salir de casa.

Cuando un día, después de un ataque de ansiedad brutal al ver un ratón de campo en la televisión, me miré al espejo y no reconocí mi reflejo y lo que vi fue el miedo que me tenía atrapada, decidí buscar ayuda…

Mi fobia venía de lejos, un miedo mal racionalizado de la infancia, pero con 22 meses, mi mente no podía entender los gritos de mis padres en medio de la oscuridad de la noche porque había entrado un ratón en casa. Cuando gracias a la regresión pude cerrar ese episodio y hacer entender a esa niña que asustada vivía en mi mente que era lo que estaba pasando, la fobia desapareció.

¿Por qué cuento esto? Porque pensé que estaba curada y que mis miedos estaban controlados pero un buen día fui con Nat y mi marido al Parque de la Vida en Luarca (Asturias) al terminar la visita, yo, ¡la valiente! reté a Nat a que volviese a tocar una serpiente, Luis Laria me preguntó si yo lo iba a hacer y dije que sí. Lo que pasó después me dejó en estado de shock. Yo, que sin problemas podía ver una serpiente detrás de una vitrina, al desparecer la barrera de cristal y encontrarme cara a cara con una, me bloqueé. El miedo irracional volvió. En ese momento me encontré en una encrucijada de la que Luis Laria con su buen hacer y su paciencia supo guiarme. Tenía dos opciones, no luchar, escapar de la situación y seguir mi vida, total, ¿Cuántas serpientes se iban a poner en medio de mi camino? O pelear y demostrarme que soy más fuerte que mis miedos y lo conseguí.

No fue fácil, un miedo ancestral me advertía del peligro, me obligaba a salir corriendo, seguir sentada a su lado mientras él acariciaba a ese animal fue un ejercicio en el que tuve que poner toda mi fuerza de voluntad y mientras Luis me hablaba yo no le quitaba ojo a aquella constrictor que nerviosa, recorría todo su cuerpo.

Por eso pongo esta secuencia de fotos. Una imagen vale más que mil palabras. El miedo inicial se fue alejando, se asomó poco a poco la curiosidad y al final ganó la fascinación que ahora siento por estos animales.

Nunca le podré agradecer suficientemente a Luis Laria lo que hizo. Estoy en deuda con él, por esto y por ayudarme a demostrar que mi fobia con los roedores es agua pasada.

Cuando le pregunté si podía entrar con él en el cuarto donde viven las ratas que utiliza para alimentar a las serpientes y tocarlas, la cara de Nat y Paco fue un poema. Ellos habían vivido mi fobia, la habían sufrido y ahora quería entrar en un cuarto lleno de ratas. Luís accedió

con cara divertida y me dejó jugar con un ratonín blanco y tener en mis manos dos crías de rata, en el cuarto había animales en jaulas y alguno libre y allí estaba yo, respirando con normalidad, hablando tranquilamente y acariciando el hocico de una rata por entre los barrotes.

Luis Laria me pidió que escribiese mi experiencia porque estaba convencido de que contar todo esto podía ayudar a mucha gente y de esa forma también ayudar al resto de animales que viajan con nosotros en este planeta llamada Tierra.

Y ahora entiendo algo, no somos nosotros los que tenemos que tener miedo… el miedo más justificado es el que tienen los demás seres vivos a ese ser, mal llamado homo sapiens, por muchos de sus actos hacía los de su misma especie y al resto de seres que habitan este planeta.

Texto: Cristina Rivas

Fotografía: Asturpaco fotografía