LONDRES (dpa) – Con una sonrisa burlona, dos jóvenes londinenses se colocan en la boca unos globos de un rosa chillón. Inspiran y expiran profundamente, se miran y comienzan a reírse a carcajadas hasta caerse al suelo. Allí, tumbados, ríen entre dientes un rato hasta que finalmente se levantan para reunirse con sus amigos en el Victoria Park de Londres, como si nada hubiera pasado.
Cuando cae la noche y el césped se queda sin gente, por la vasta superficie del parque quedan incontables y pequeñas cápsulas de gas con las que los vendedores rellenan los coloridos globos, que ahora yacen deshinchados. El breve golpe de hilaridad cuesta unas tres libras (3,8 euros/4,8 dólares). Y es que el monóxido de dinitrógeno u óxido nitroso, según reza su nombre químico, es legal, se utiliza como tranquilizante y en la repostería. Pero su uso para salir de fiesta se está convirtiendo en un problema de salud, y no sólo en el «trendy» este de Londres.
Según el Ministerio británico del Interior, 470.000 personas entre 16 y 59 años inhalaron el año pasado gas de la risa. En 2012 eran unas 100.000 menos. Después del cannabis, el gas hilarante se ha convertido en la «droga» más popular entre los adultos. Aunque no está prohibida, no se permite su comercialización con fines de ocio, y mucho menos a menores, pero la realidad es que en esta zona gris los policías apenas tienen capacidad de actuación. Como mucho, pueden confiscar algunos cartuchos.
Hoy en día en Reino Unido resulta impensable celebrar una fiesta popular, un festival o salir de fiesta cualquier tarde por la capital sin gas de la risa. «No sabe a nada», cuenta Andrew, que con 25 años acaba de terminar sus estudios de matemáticas. «Te dan un globo, inhalas y exhalas hasta que se vacía. Después uno se siente un poco mareado y empieza a reírse». Para el joven, los posibles riesgos de no tienen cabida. «Dura unos 30 segundos y después uno vuelve a sentirse normal».
Sin embargo, científicos y políticos contemplan esta moda que también se ha trasladado a algunas zonas de las Islas Baleares de forma mucho más crítica. «Ya hay gente que ha muerto por asfixia al intentar inhalar el máximo de gas durante largo tiempo con métodos arriesgados», señala el portal informativo independiente «Drugscience.org.uk». No hay síntomas de alarma hasta que, de pronto, los consumidores caen inconscientes. Y pueden sufrir graves lesiones cerebrales. Además, quienes lo consumen durante mucho tiempo se exponen a la falta de vitamina b12 y, con ello, daños cerebrales y del sistema nervioso.
El gobierno británico está alarmado. A mediados de agosto, el Ministerio del Interior lanzó una campaña contra los «legal highs»: colocarse con sustancias legales como el gas de la risa. «Se ha comprobado que algunas de estas sustancias son incluso más peligrosas que las drogas ilegales», señala Norman Baker, secretario de Estado para la prevención del crimen. Actualmente se está llevando a cabo una investigación y pronto habrá un informe al respecto. Pero de momento, los barrenderos limpian mañana tras mañana centenares -si no miles- de cápsulas metálicas de las calles de Londres.
Por Teresa Dapp
