Fráncfort, 7 oct (dpa) – Pocos pueblos leen y escriben tanto como los finlandeses. La paradoja es que muchos de sus autores siguen sin ser traducidos y sin llegar al resto del mundo. El país nórdico quiere aprovechar ahora su protagonismo como invitado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort para romper esa barrera.
«Todo lo finlandés está rodeado de cierta frialdad, de cierto misterio. Pero nuestra literatura es especialmente accesible y abierta: nos gusta contar historias», explica el joven novelista Juha Itkonen a la agencia dpa en Fráncfort, la cita editorial más importante del mundo que abre sus puertas desde mañana al domingo.
Finlandia llega a la feria con una delegación de 60 autores, 37 editores, 270 eventos y «el objetivo es dar el quiebre definitivo para la exportación de la literatura finlandesa», según los organizadores.
Y a juzgar por los números, hay mucho que exportar. Si bien la literatura finlandesa es relativamente joven -la primera novela en finlandés data de mediados del siglo XIX, en parte porque el país fue dominado 600 años por Suecia y luego otros 100 por Rusia-, la escritura y la lectura bullen en el país a un ritmo vertiginoso.
Cada finlandés lee un promedio de 17 libros por año. Y un sorprendente 40 por ciento de la población usa el gran orgullo finlandés: un sistema único de bibliotecas públicas, que incluye miles de puestos móviles para llevar libros a las zonas más despobladas.
«La biblioteca pública en Finlandia es una suerte de salón donde todos son bienvenidos. Un sitio donde encontrarte con amigos. No ofrece sólo libros, cumple una función social», cuenta a dpa Matti Mikkilä, uno de los diseñadores del pabellón de Finlandia en Fráncfort, que se inspira precisamente en las bibliotecas.
«¡Hasta se celebran bodas en las bibliotecas!», añade a su lado otra de las artífices del pabellón, Natalia Baczynska Kimberley, durante su apertura a la prensa. Ambos son estudiantes de diseño: un homenaje de Finlandia a un admirado sistema educativo estrechamente vinculado a la biblioteca y la lectura.
Con ese público lector, en 2013 se vendieron más de 20 millones de libros y se publicaron casi 4.000 nuevos títulos, lo que para una población de 5,4 millones de habitantes ofrece una de las tasas de edición más altas del mundo.
El gran desafío se plantea fuera. Entre los autores finlandeses en Fráncfort figuran algunos traducidos al español -Leena Lander (“En la casa de verano”), la visceral Sofi Oksanen (“Las vacas de Stalin”), Riika Pulkkinen («La verdad») o Tuomas Kyrö («Vatanescu y la liebre»)-, pero la mayoría conforma una cantera aún por explotar.
Un ejemplo de ello es el «boom» de la novela policial que también florece en Finlandia. «La diferencia esencial con la sueca es que nosotros aún no tuvimos aún un fenómeno como la trilogía del sueco Stieg Larsson», explica la experta en literatura policial Paula Arvas citada en la presentación de Finlandia.
Entre los nombres más populares del género figuran Leena Lehtolainen, Matti Rönka o Taavi Soininvaara, todos presentes en Fráncfort con un estilo más realista y objetivo que el del policial sueco y más tendiente a profundizar no sólo en la figura del detective, sino también en la del criminal y sus motivaciones.
El otro gran fenómeno que marca la literatura finlandesa actual es la novela gráfica. «Una señal de ello es que dos de los diez libros más exitosos del año pasado en Finlandia eran comics», dice Maria Antas, también experta de FILI, la organización que promueve la literatura finlandesa en el exterior.
En Fráncfort destaca el provocador Ville Tietäväinen, que acaba de publicar «Invisible Hands», una novela gráfica con fuerte contenido crítico sobre un refugiado marroquí que busca trabajo en el sur de España. Tommi Musturi o Ville Tietäväinen son otros de los autores más renombrados.
La novela circula impregnada por la historia gracias a autoras como como Ulla-Lena Lundberg («Is», o «Hielo») o Katja Kettu («Kätilö», o «La matrona»), con la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil (1918) como temas predilectos.
«Muchas autoras están aportando una perspectiva femenina fuerte. Al hablar de la guerra, por ejemplo, no se centran en los soldados o la pelea, sino en el papel de las enfermeras o las familias», explica a dpa la novelista Johanna Holmström, representante de una generación joven que desafía fronteras y asume temas como la inmigración.
De su presentación hasta el domingo en la Feria de Fráncfort, un gigante con editores de un centenar de países y unos 300.000 visitantes, dependerá en parte que la literatura finlandesa dé otro paso hacia el mundo y rompa esa barrera tan invisible pero infranqueable como el hielo.
Por Pablo Sanguinetti