Washington, 23 sep (dpa) – Abdulkader Hariri fue uno de los primeros en dar la voz de alarma. Directamente desde Al Rakka, bastión de Estado Islámico (EI), Hariri escribió en Twitter el siguiente mensaje sobre las 04:00 hora local: «Fuertes explosiones sacuden la ciudad en un posible inicio de ataques aéreos estadounidenses contra el cuartel general de EI en Al Rakka».
La noticia corrió como la pólvora en Internet. «Se escucha claramente el ruido de aviones de guerra», escribió un minuto después este residente. Y más tarde: «El cielo de Al Rakka está lleno de drones».
Una hora después estaba claro: el presidente estadounidense, Barack obama, había dado la orden de atacar. Así, seis semanas después del inicio de los bombardeos contra EI en Irak, Estados Unidos amplía sus ataques aéreos a la vecina Siria.
El objetivo son las centrales de comando, los puestos de control, los almacenes de armamento y los campos de entrenamiento de la milicia terrorista. Durante más de un mes, pilotos estadounidenses han recabado información en vuelos de reconocimiento para tener un mayor conocimiento de la situación en Siria.
Mientras que en el caso de Irak el gobierno estadounidense atacó primero y después logró apoyo militar de otros países, en Siria Washington se aseguró desde el principio un apoyo amplio en la región. Arabia Saudí, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Qatar lanzaron ataques junto a Estados Unidos, informó «The Washington Post» citando a representantes del gobierno norteamericano. Todos ellos son países considerados fundamentales para frenar a los extremistas de EI. Por ahora las naciones europeas se mantuvieron al margen.
Estos primeros ataques han querido ser una demostración de fuerza. Al contrario que los rápidos ataques a vehículos y tanques en Irak, Estados Unidos y sus cinco aliados golpearon con mayor dureza en Siria. Según el Pentágono, en este ataque se emplearon aviones de combate, bombas, misiles «Tomahawk», drones de combate y el carísimo avión caza F-22 «Raptor». Según «The New York Times», un aluvión de misiles y bombas de precisión cayó hoy sobre Al Rakka y otras localidades situadas en la frontera sirio-iraquí.
Horas después de las primeras noticias de explosiones todavía continuaban los bombardeos, informó la CNN. El objetivo principal ha sido Al Rakka pero también se bombardearon otros puntos, afirmó a la cadena un miembro del Ejército.
«Integral y sostenida»: así prometió Obama que sería la guerra contra EI cuando hace dos semanas se dirigió al pueblo estadounidense para prepararle para una larga guerra contra un grupo que según la CIA tiene hasta 31.000 combatientes.
La población siria, que desde hace tres años y medio soporta una guerra civil, tendrá que prepararse ahora a combates aun más duros. Pero por otro lado, cabe la esperanza de que los ataques contra Estado Islámico supongan un punto de inflexión.
«Es un día trascendente», afirmó ante los micrófonos de la CNN un miembro de la oposición siria, que destacó la ausencia de Turquía entre los aliados de Estados Unidos que hoy bombardearon las posiciones de EI.
Turquía, único miembro de la OTAN en la región, se ha estado justificando en el secuestro de 49 de sus ciudadanos para no participar en ataques contra EI. Una vez que esos rehenes fueron liberados, Ankara no tiene ahora excusas para quedarse fuera, apuntan algunos analistas en Washington.
Pero estos ataques no son suficiente para vencer a EI. Como segunda columna de la estrategia contra los islamistas en Siria, Estados Unidos debe poner en marcha la misión de entrenamiento y armamento de los rebeldes sirios moderados.
Pero todavía no está claro cómo logrará el Pentágono diferenciar entre «buenos» y «malos» en esa operación para armar a los rebeldes. Y por otro lado Washington debe aceptar que sus ataques a EI benefician de forma indirecta al presidente sirio, Bashar Al Assad.
Por Johannes Schmitt-Tegge