Obama recurre a la retórica en su nueva guerra antiterrorista

5885443wobama(dpa) – Estados Unidos se encuentra en guerra desde hace 13 años. El miércoles su presidente se presentó ante sus conciudadanos en horario de máxima audiencia para transmitirles una dolorosa conclusión: todavía van a pasar más años antes de que el conflicto acabe. «Seguimos estando ante una amenaza terrorista», comenzó afirmando al inicio de su discurso ante la nación, esperado con enorme expectación.

Y la intervención acabó con el anuncio de que los estadounidenses pronto realizarán ataques aéreos en Siria contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI), así como que aumentará la cifra de militares estadounidenses en Irak a 1.500 y que soldados norteamericanos formarán a adversarios del régimen sirio y les dotarán de armas. Obama habló como un presidente lo tiene que hacer en este tipo de situaciones: con el rostro serio y con palabras claras. El objetivo, dijo, es destruir definitivamente EI.

«Es el discurso que Obama nunca quiso dar», señalaba un analista en el canal de televisión CNN. En los seis años que pronto cumplirá en la Casa Blanca, el presidente siempre aseguró que había «reducido la marea de guerras». En la carrera para su reelección se vanaglorió de haber puesto fin a la «tonta guerra» de Irak que había heredado de su predecesor George W. Bush y que había dejado un país «estable y autónomo».

Pero en su discurso televisivo del miércoles por la noche quedó claro que la realidad es otra bien diferente para el Nobel de la Paz. «No podemos eliminar todo rastro del mal en el mundo y hay grupos pequeños de asesinos que tienen la posibilidad de causar un daño enorme», dijo Obama con mirada firme. EI no tiene «otra visión que masacrar a cualquiera que se interponga en su camino». Es una aglomeración de violaciones, esclavitud y genocidio.

Con la retórica bélica propia de estas situaciones, Obama habló a sus conciudadanos con palabras drásticas de las razones para una intervención militar que comenzó hace un mes y cada vez crece más. Al término de su intervención explica su táctica. Y ahí está la parte central de su discurso, la parte de su intervención que debería despejar toda duda sobre su capacidad como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y de la que en las últimas semanas se había dudado cada vez más, pues hace tan sólo dos semanas Obama señaló: «Todavía no tenemos una estrategia». Una metedura de pata gigantesca.

Ironías del destino: el presidente que heredó dos guerras, dejará al menos una a su sucesor, pues la mayoría de expertos estiman que al menos se precisarán tres años para poder acabar con la milicia terrorista. Obama lo sabe: «Se necesitará tiempo para superar un cáncer como EI», dijo. Y tampoco dejó de mencionar los «riesgos» de una intervención militar.

Pero Obama no sería él mismo si no preservara su distintivo de presidente antiguerra. Es por ello que bajo ningún concepto se deben comparar estas intervenciones con las guerras en Afganistán e Irak. Aseguró que no iba a enviar tropas de tierra, sino sólo aviones de combate. El combate cuerpo a cuerpo lo deberían asumir los «socios árabes» en la región, que también sufren en su mayoría la amenaza del terrorismo. «Eso es el liderazgo estadounidense en su mejor acepción: estamos con las personas que luchan por su libertad», dijo Obama.

A los politólogos en Washington les llamó la atención la inusual claridad de este discurso de apenas 14 minutos. Con la excepción del final, en el que de repente incluyó una alabanza a la economía estadounidense, Obama prácticamente no gastó saliva en frases hermosas vacías de contenido.

No obstante, la certeza de sus formulaciones no podían esconder cierta contradicción. Hace medio año Obama calificó a EI en una entrevista de «equipo junior». ¿Un craso fallo de estimación o fue arrogancia? Hace tan sólo un mes dijo que «seguía siendo una quimera» que el apoyo a la oposición moderada en Siria sirviese para cambiar la expansión de EI. De esa forma justificó que los envíos anunciados de armas fuesen escasos. Y sin embargo ahora sí quiere formar y equipar a los rebeldes.

En su discurso del miércoles puso como ejemplos los ataques contra terroristas en Yemen y Somalia. ¿Pero por qué su gobierno los ha mantenido hasta la fecha prácticamente ocultos? Obama todavía tiene que responder a muchas preguntas sobre por qué su rumbo ha sido tan zigzagueante en los últimos meses. De acuerdo con las últimas encuestas, su estrategia antiterrorista cuenta con el apoyo de la población, pero no su estilo de dirigir el país.

Por Marco Mierke