El «califato» tras la frontera: Turquía, desvalida ante el Estado Islámico

Frontera Irak-JordaniaEstambul, 13 ago (dpa) – Durante mucho tiempo Turquía ignoró el peligro que representaba el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que se cernía inmediatamente detrás de su frontera. Y lo pagó caro: desde hace más de dos meses decenas de rehenes turcos se encuentran en poder de la milicia, que de esta manera tiene una importante carta contra Turquía.

Ahora Ankara dirige sus esperanzas a que los kurdos puedan hacer retroceder a los insurgentes, pero el ataque sufrido no es menor: en junio combatientes del EI asalataron el consulado turco en el norte de Mosul, en Irak, y secuestraron a 49 personas, entre ellas al cónsul general.

Los rehenes parecen haber desaparecido de la faz de la tierra, mientras que el gobierno de Turquía impuso un bloqueo informativo que oficialmente busca proteger a los secuestrados.

Hasta ahora los esfuerzos por liberarlos no han dado ningún fruto. Tampoco fueron escuchados los llamados lanzados por el primer ministro islámico conservador Recep Tayyip Erdogan, que intentó apelar a la fe de los extremistas. Y la mortificación de Turquía no llegó a su fin con la toma de rehenes. La revista online de Cercano Oriente «Monitor» reportó el mes pasado, citando al gobernador de Mosul, que los extremistas utilizan el consulado turco como su sede central regional.

La toma de rehenes limita las posibilidades de maniobra de Turquía en el conflicto, que no para de escalar y deja al país desvalido ante el fortalecimiento de la milicia terrorista. El ministro de Defensa Ismet Yilmaz dijo el sábado que su país, socio de la OTAN, no presta apoyo a los ataques aéreos de Estados Unidos en el norte de Irak. La responsabilidad por los secuestrados no le permite a Ankara tomar partido por otra opción.

En círculos de seguridad occidentales se señala que se hicieron durante mucho advertencias infructuosas sobre el fortalecimiento de los terroristas, muchos de los cuales viajaban a la zona de combate a través de Turquía. Pero el gobierno de Ankara cerró los ojos ante el peligro, critican. Turquía apostaba a que el régimen sirio del presidente Bashar al Assad fuera derrocado, precisamente con ayuda de los extremistas.

Fue una apreciación errónea con graves consecuencias para Turquía: entretanto ya ha recibido a 1,4 millones de sirios que huyen de la violencia que asola su país. En territorios cercanos a la frontera se reportan crecientes tensiones sociales entre turcos y refugiados sirios, pese a que el gobierno turco es elogiado a nivel internacional por su disposición a cooperar. Ahora, sin embargo, apenas sabe cómo manejar el creciente flujo de refugiados.

Al mismo tiempo, preocupa una corriente de extremistas turcos en la zona de combates. El diario «Hürriyet Daily News» arrojó hace pocos días la pregunta de cómo se les escapó a las autoridades que «más de 1.000 turcos se adhirieron a EI». El periódico escribió a continuación: «¿Quién organizó el reclutamiento de estas personas para el EI?»

Ahora las esperanzas se dirigen a los kurdos, cuya minoría fue oprimida durante largo tiempo en Turquía. Tras el inicio del proceso de paz impulsado por Erdogan con el prohibido Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), muchos combatientes de la organización en Turquía se dirigieron al norte de Irak. Allí los miembros del PKK -a los que en realidad Turquía quiere desarmar- prestan una desesperada resistencia al avance del EI junto con unidades kurdas de Siria e Irak.

El gobierno turco continúa estando contra la escisión de las regiones autónomas kurdas de Irak y de esta manera contra un Kurdistán independiente. Sin embargo, llamó la atención que un portavoz del partido gubernamental turco AKP, Hüseyin Celik, dijera en junio a la página de noticias kurda «Rudaw» que los kurdos en Irak tenían derecho a la autodeterminación. «Turquía no decidirá por ellos», apuntó.

Por Can Merey