Oxford Street, la meca londinense de las compras, es una de las calles más contaminadas del mundo

Oxford Street, una de las calles más contaminadas del mundoLONDRES (dpa) – La Oxford Street, en Londres, es para muchos un sinónimo de «la meca» de los centros comerciales y los brillantes anuncios luminosos. Pero precisamente allí donde actores y músicos, así como la alta nobleza europea y los adinerados de todo el mundo adquieren joyas y ropa de marca, huele horrible.

Justo en esta calle Oxford, que debería ser ejemplar, se registra posiblemente la mayor contaminación del mundo, si se mide el contenido de óxidos nítricos, según descubrieron científicos del King’s College.

Las críticas al aire de la capital británica no son nuevas. En el año 2000, los médicos calcularon que en Londres mueren anualmente 1.200 personas antes de lo esperado debido a los elevados índices de polución.

Para el ex alcalde de la metrópolis a orillas del río Támesis Ken Livingstone lo que en realidad es lo trágico es que estas cifras no fueron tomadas con la seriedad necesaria. Diez años después, los médicos estimaron que hasta 4.000 londinenses mueren anualmente de forma prematura debido a que respiran aire contaminado.

En abril, miembros del Parlamento en Westminster calificaron el aire de Londres de «asesino invisible». «Queremos saber por qué el abordaje de este problema es tan dolorosamente lento», dijo el presidente del comité de Medio Ambiente del Parlamento, Joan Walley.

Londres quedó atrapada en una red, que prácticamente no muestra alternativas para superar la crisis de la polución. La metrópolis, en la que viven ocho millones de personas, crece y crece, pero la infraestructura, en particular las calles, no se adapta a este desarrollo.

Los altos edificios de apartamentos y las calles estrechas con mucho tránsito y atascos son las condiciones ideales para la contaminación del aire. A esto se agrega que en el centro de la ciudad transitan proporcionalmente muchos taxis y autobuses debido al peaje urbano.

Los «Black Cabs» negros (los taxis) y los autobuses de doble piso rojos funcionan en su gran mayoría con motores diesel, que en especial cuando hay atascos emiten gran cantidad de óxidos nítricos, explicó el científico David Carslaw del grupo de investigaciones de medio ambiente del King’s College. El gobierno impuso impuestos bajos para favorecer el uso de motores diesel.

Mientras que el alcalde Boris Johnson argumenta que a los altos valores de óxido nítrico en su ciudad se contraponen niveles bajos por ejemplo de partículas en suspensión, el problema puede resultar caro desde el punto financiero para Londres y Reino Unido.

La ciudad viola desde hace años las normas de la Unión Europea (UE) sobre la calidad del aire. En una audiencia ante el Tribunal Europeo, Reino Unido tuvo que admitir hace unos días que Londres, Leeds y Birmingham, tres de las ciudades más grandes del país, no podrán cumplir con las normas de la UE antes del año 2030. Sólo la capital británica podría tener que pagar una multa de 300 millones de libras esterlinas (515 millones de dólares).

El gobierno intenta tomar medidas para paliar los efectos del problema. Las autoridades pusieron a disposición unos 900 millones de libras esterlinas para fomentar hasta el año 2020 el mercado de vehículos con una baja emisión de contaminantes.

Para los críticos, este tipo de medidas son más bien un estímulo para la economía que una política ambiental. «La única alternativa para zonas como la calle Oxford, donde la emisión es en promedio 3,5 veces más que lo permitido, es convertirlas en áreas peatonales», dijo Alan Andrews de la organización ClientEarth. Esto seguramente también le gustará a los turistas que visitan los centros comerciales.

Por Michael Donhauser