Historia de los Mundiales, España 1982

Paolo RossiROMA (dpa) – Con seis goles anotados en los últimos tres partidos en el Mundial de España 82, Paolo Rossi condujo a la selección de Italia hacia su tercer título del mundo, se adueñó de la corona de máximo artillero del certamen y se convirtió en una leyenda del fútbol italiano.

Más de tres décadas después de esa mágica tarde de julio en el estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid, Rossi, ahora de 57 años, es un activo hombre de negocios cuya relación con el fútbol desde que se retiró en 1987 se limita a ser comentarista de televisión.

En su libro “1982. Il mio mitico Mondiale”, el italiano rememora sus tardes de gloria en España, que le ayudaron a revivir como persona y deportista después ser sancionado dos años por un escándalo de arreglo de partidos en Italia.

“Treinta años después miro las cosas con ojos distintos y me río de haber dudado de mi capacidad como futbolista y hombre. Sin embargo, en ciertos momentos de profundo malestar durante la dura suspensión, me parecía imposible volver a jugar a cierto nivel”, escribió.

“A los 23 años, me sentía terminado como futbolista, un talento inútil. Estaba destrozado”, agregó el ex delantero, que fue condenado por no informar de la manipulación, aunque siempre mantuvo que el partido fue correcto. “Desafortunadamente no me creyeron. O posiblemente, al ser uno de los futbolistas más famosos del momento, fui usado como un ejemplo”.

La suspensión terminó en abril de 1982, dos meses antes del comienzo del Mundial en España. Allí las cosas no empezaron bien, pero en la segunda fase, ante Argentina y Brasil, Italia y Rossi explotaron.

El atacante marcó un «hat trick» en el 3-2 con el que Italia venció a Brasil. Luego llegó el doblete ante Polonia en semifinales, y después el crucial gol que le marcó a Alemania a los 11 minutos del segundo tiempo y que significó la apertura del marcador, que terminó con victoria “azzurra” por 3-1.

“Sólo di media vuelta al campo con mis compañeros y me detuve. Estaba destrozado. Tenía calambres. Entonces me senté, sudando, junto a un cartel publicitario, para ver el entusiasmo del público. El estadio estaba lleno de banderas italianas. Estaba emocionado como un niño”, contó.

“Sentí amargura en lo profundo de mí. Pensaba: ‘Que se detenga el tiempo. No puede haber terminado ya. No viviré otra vez ciertos momentos’. Porque la felicidad, la completa felicidad, solo dura momentos. Esos eran mis momentos”, añadió Rossi, que era un futbolista pequeño y liviano pero sorprendentemente rápido y capaz de rematar al arco desde cualquier posición.

“En España me convertí en uno de los símbolos indiscutibles del Mundial, redimí mi imagen y silencié la ira que había en mí. Había nacido de nuevo. El Pablito de Argentina (en 1978) había vuelto más rugiente y determinado que nunca”, escribió.

“Fuimos del silencio más oscuro a las magníficas victorias contra Argentina, Brasil, Polonia y Alemania. Del fantasma de Rossi al prodigioso Pablito, con seis goles y una confianza reencontrada. El hombre de la Copa del Mundo”.

Por Alberto Cagliano