El Cairo, 28 may (dpa) – Las ricas monarquías petroleras del Golfo se esforzaron poco por esconder sus satisfacción cuando el candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, fue derrocado en un golpe militar en julio de 2013 liderado por Abdel Fattah al Sisi. Inmediatamente después, reaccionaron enviando millones de dólares al régimen interino.
Y los analistas están convencidos de que, de confirmarse Al Sisi como futuro presidente del país en las elecciones presidenciales que concluyen hoy, los lazos de Egipto con los países del Golfo no harán sino reforzarse, convirtiendo a esos Estados en un aliado clave para el futuro del país.
Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos enviaron a Egipto 12.000 millones de dólares en las semanas posteriores al golpe militar, permitiendo que el país evitara una inminente crisis por su escasez de reservas de divisas extranjeras. Y prometieron más.
«Los Estados del Golfo están comprometidos en ayudar financieramente a Egipto al menos durante otros 12 a 18 meses», señala Issandr El Amrani, director de proyectos el el Norte de África de Crisis Group.
«Sus expectativas, o esperanzas, es que después de ese tiempo Egipto haya sido capaz de realizar reformas en sus programas de subsidios y que en adelante pueda cumplir los criterios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y buscar otras fuentes de financiación».
La excepción en la zona del Golfo es Qatar, que apoyaba a Mursi y cuya televisión Al Yazira sigue dedicando gran parte de su tiempo de emisión a figuras de los Hermanos Musulmanes en el exilio, para enfado de sus vecinos y de las autoridades egipcias. Pero gran parte de sus esfuerzos se ven obstaculizados por los intentos saudíes de acallar las actividades de la organización.
Una cumbre celebrada en el Golfo en abril terminó con un comunicado en el que las monarquías rivales aseguraban haber arreglado sus diferencias, pero no se ofrecieron detalles de cómo.
El Amrani se muestra escéptico: «Algunos de los cambios de personal en Arabia Saudí podrían animar a una reconciliación», asegura, «particularmente la marcha del príncipe Bandar», jefe de la inteligencia saudí. «Pero no veo a Qatar o a Al Yazira cambiando su tono hacia Egipto o poniendo fin a su apoyo a los líderes de los Hermanos Musulmanes en el exilio».
Más bien, lo que El Amrani ve es una nueva «disputa regional» en la que los países se han estado alineando a favor y en contra del golpe respaldado por los saudíes contra los Hermanos Musulmanes.
Junto con Qatar, Turquía es otro destacado apoyo del movimiento islamista en la región, lo que hará que las relaciones de Egipto con el gobierno de Recep Tayyip Erdogan sigan siendo tensas.
Para el analista político egipcio Gamal Soltan, Egipto está reconstruyendo sus relaciones con el llamado eje árabe moderado -integrado por los Estados alineados con Estados Unidos- y con una actitud conciliadora hacia Israel. «Veremos una reconstitución del eje moderado árabe que sufrió una grave sacudida tras la caída de Mubarak».
«Hay muchas relaciones que vienen de muy atrás con esos países que se remontan a la era de Hosni Mubarak y al eje moderado árabe que pasa por Egipto, Arabia Saudí y Jordania», comenta el profesor de política en la Universidad Americaa de El Cairo.
En cuanto a las relaciones con sus aliados occidentales -su aliado tradicional estadounidense y la Unión Europea, su principal socio comercial como bloque- se tambalearon con el golpe militar contra Mursi y la violenta represión de sus seguidores, que llegó a dejar hasta 700 muertos en una jornada en agosto.
Sin embargo, Al Sisi tiene a sus seguidores también en Occidente, señala Al Amrani. «Ven que su elección trae claridad y refuerza la seguridad (…) pero algunos están nerviosos sobre si Al Sisi será capaz de afrontar los desafíos o sobre si continuará la actual ola de represión». Pese a todo, el analista cree que la mayoría de aliados occidentales tolera esa represión o incluso la celebra.
«Probablemente se tardará algún tiempo antes de que las relaciones con Washington y Bruselas vuelvan a tener la fuerza de antes», apunta Soltan, que considera que la relación podría ser un tanto fría en un comienzo.
«Estados Unidos tiene una fama bastante negativa en el imaginario colectivo egipcio», señala Soltan. Pero al final, poco tiene que ver todo eso con la política exterior real de Egipto.
Por Pol O Gradaigh
