Londres busca impulsar el patriotismo con el centenario de la I Guerra Mundial

Centenario I Guerra MundialLONDRES (dpa) – Hace dos años, Reino Unido celebró a bombo y platillo el aniversario diamante de Isabel II en el trono. Y según dijo ya en octubre el primer ministro, David Cameron, el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) no será menos en lo que a festividades respecta. Además, la efeméride se convertirá en un «auténtico momento nacional», añadió.

El periodista de la BBC y experto en las dos contiendas mundiales Jeremy Paxmann fue el primero al que le asaltaron las dudas. Según explicó, el centenario de la Primera Guerra Mundial podría ser malinterpretado en el país como una «celebración de la contienda». Una guerra en la que murieron diez millones de personas, de las que casi un millón eran ciudadanos británicos o del imperio.

Lo cierto es que quien no conozca a los británicos, podría pensar que en su forma de recordar la efeméride se aprecia lo que en otros lugares sería un grito de «¡hurra!»: veneración de los héroes, palabras de cohesión nacional, manifestaciones de fuerza… El Ejército y su historia son omnipresentes en el país. En los torneos de tenis de Wimbledon hay soldados uniformados que indican a los asistentes dónde están sus asientos y es habitual ver a los miembros de la familia real en uniforme de gala.

Todos los años, cuando llega el 11 de noviembre, se celebra el «Remembrance Day» (día del recuerdo), también conocido como «Poppy Day» por la simbólica amapola que muchos se colocan en la solapa. Ese día se recuerda a los muertos de las guerras mundiales, especialmente los de la «Gran Guerra». La amapola proviene del poema «In Flanders Fields», en el que el médico canadiense John McCrae describió la situación en los campos de batalla en el Flandes de 1914.

Quien rechaza la amapola, corre el peligro de ser amonestado públicamente, como ya les ocurrió a distintas personalidades de la cultura y el Ministerio del Exterior que se manifestaron diplomáticamente a favor de que, con motivo de las celebraciones, a los alemanes «no se les pusiera la culpa en la puerta». El ministro de Educación, Michael Gove, respondió inmediatamente que eso es algo que no le preocupa.

La Primera Guerra Mundial fue «una guerra justa» para impedir la agresión del Reich alemán. Y hay que decirlo así de claro, señalaba Downing Street. «Debemos dejar muy claro que la Primera Guerra Mundial se libró con un sentido de justicia y que nuestros predecesores consideraron que sería perjudicial tener una Europa dominada por Prusia», dijo el premier Cameron en una entrevista.

Según criticó Gove, la izquierda y los programas satíricos de televisión han intentado menospreciar a «verdaderos héroes británicos». El ministro de Educación se propuso incluso actualizar los planes de estudio y los libros de Historia para acabar con cualquier dato histórico discrepante. Pero sus planes no salieron adelante porque una secretaria de Estado de su propio ministerio argumentó que precisamente era bueno para los estudiantes ver los distintos puntos de vista que hay en el mundo.

Entre tanto, los puntos de vista de la mayoría de historiadores se distancian claramente de la línea oficial del gobierno británico. Así, el australiano Christopher Clark, de la Universidad de Cambridge, deja claro ya desde el título de su ensayo «Sonámbulos» a quiénes considera culpables de la guerra: la fallida y titubeante clase política de la mayoría de países implicados.

También el historiador británico Niall Ferguson, de la Universidad de Harvard, sostiene que la entrada británica en la contienda no era necesaria políticamente y además fue uno de los errores más graves en la historia moderna del país. Y Richard Evans, historiador en Cambridge y experto en historia de Alemania, apunta que «la Alemania imperial no era la Alemania nazi, y el kaiser no era Hitler».

Por Michael Donhauser