El arte moderno de Jozami y el clásico de Lázaro Galdiano se funden en Madrid

5921351wMadrid, 7 feb (EFE).- El Museo Lázaro Galdiano abre hoy al público la muestra «Entre tiempos», en la que, por primera vez en Europa, se exhibe parte de la colección de arte moderno Jozami, en una propuesta sorprendente de fusión, interacción y buen humor que provoca al espectador y le lleva a otras dimensiones del arte.

La muestra, en total noventa obras que estarán en el museo madrileño hasta el próximo mes de mayo, han sido seleccionadas por el propio matrimonio de coleccionistas, el sociólogo, empresario y académico argentino Aníbal Yazbeck Jozami y la periodista brasileña Marlise Ilhesca, que trabajaron en unión de la comisaria Diana B. Wechsler.

Se trata de dos exhibiciones diferenciadas, una expuesta en el edificio exterior La España Moderna, «La figuración y sus límites en el arte rioplatense», donde se muestra un repertorio de obras figurativas del Cono Sur, con obras de Antonio Berni, Luis Felipe Noé o Luis Seoane y la segunda, en las salas del museo, la cual se ha titulado «Presencias».

En esta propuesta, deliberadamente provocadora, las obras de arte que coleccionó José Lázaro Galdeano abrazan sin solución de continuidad vídeos, fotografías y esculturas modernas que, a veces, explica a Efe la comisaria, «confunden de manera divertida al espectador».

Como ejemplo, el retablo laico de Christian Boltanski «Monument» (1987), frente a «El descendimiento» (1515), o la mujer yacente de «Death by Slim-fast» (1975), de Daniela Edburg, confrontada al «Retrato de una dama desconocida con naranja», de Peter Lely (1665).

«Hace años que vengo trabajando como investigadora y comisaria de muestras en el concepto de pensar con imágenes, y creo que, si hay algo que se da en este proyecto, es eso», señala Wechsler, para quien sólo pasear por el Lázaro Galdeano le abrió «en su cabeza esas interacciones» con obras de la Jozami.

«Vi que había cosas que, en la superficie, eran próximas, pero se alejaban en la profundidad del concepto; ahí se recuperaba otra dimensión del proyecto que me parecía muy jugosa, la que permite que cada espectador encuentre algo propio. Cada uno llega con su equipamiento mental, y en cada uno se dispara una cosa», explica Wechsler.

Como intervención, convergencia, analogía, cita o parodia, explica la comisaria, la exposición se desarrolla a modo de un diálogo entre ambos mundos, para acabar ofreciendo un conjunto «como si se tratara de una única y gran muestra de arte contemporáneo».

«Siempre nos interesó el trabajo de artistas cuyo proceso creativo parte de la base del compromiso social, aquel cuyo pincel o cámara o modelado es el vehículo para expresar lo que por otros medios sería muy difícil hacer en un determinado momento de la historia», apunta Jozami.

En esa línea, destaca Ilhesca, la modificación que Tomás Espina hizo de un clásico argentino, «Sin pan y sin trabajo», un símbolo del descontento popular que ocupó pancartas en la calle, y que el joven adapta, en 2001, a los nuevos tiempos incorporando su propia figura desnuda y desesperada en el interior del lienzo.

Una exposición «movida por la pasión y el deseo», apunta Wechsler, divertida y fácil de ver, que eleva la curiosidad del espectador.

Y lo hace tanto por los paralelismos que genera (como el vídeo montaje de Laia Chaia, donde se ve a una joven comiéndose imágenes de paisajes urbanos, al lado de una plácida campiña de John Constable), como por «su gran compromiso político y la sensibilidad social que la anima», resume la comisaria.

Los Jozami, que comenzaron hace 35 años esta colección en Buenos Aires, son también patronos de la Fundación Museo Reina Sofía.