La oligarquía en Ucrania pisa fuerte en la lucha por el poder

ucraniaKiev, 7 feb (dpa) – Desde tiempos inmemoriales, los oligarcas siempre han tenido una participación en la política ucraniana. No es de extrañar que ahora también estén presentes en la disputa entre las facciones que siguen al presidente Viktor Yanukovich y la oposición, sobre todo en defensa de sus bienes.

Son dueños de gigantes empresas metalúrgicas o granjas avícolas. Pero a medida que se prolonga la lucha por el poder en Ucrania, los líderes empresariales pierden tranquilidad. La incertidumbre política en la ex república soviética está impulsando hacia arriba los intereses de los préstamos extranjeros, mientras que la moneda local, la grivna, cae en picada.

La amenaza abierta de sanciones por parte del ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, fue un llamado de atención para estos multimillonarios, cuya libertad de movimiento podría verse restringida en los populares balnearios de lujo europeos.

Los superricos instan al presidente Yanukovich a dar una solución pacífica y rápida al conflicto.

Los estrechos lazos de estos hombres de negocios con Yanukovich y su entorno, a quienes el político opositor Vitali Klitschko acusa de enriquecimiento desvergonzado, son un secreto a voces en Ucrania.

Los empresarios apoyaron al jefe de Estado en las elecciones de 2010. Al igual que Yanukovich, la mayoría de estos oligarcas son oriundos del este del país. La opinión de este grupo aún sigue siendo importante. Sobre todo la palabra de Dmitri Firtash, poderoso en el sector del gas y los productos fertilizantes, y de Rinat Akhmetov. Según especialistas en Kiev, estos dos empresarios tienen el apoyo de 78 de los 204 diputados de la facción gobernante.

Akhmetov, quien según la revista estadounidense «Forbes» tiene un patrimonio de 15.000 millones dólares por sus negocios con el carbón y acero, es considerado como la fuerza impulsora del ascenso de Yanukovich. Ambos empresarios han cerrado excelentes negocios desde 2010.

Sin embargo, desde la reciente muerte durante protestas de al menos cuatro personas han puesto en alerta a los líderes empresariales. Al parecer, varios multimillonarios se reunieron a finales de enero en un hotel de lujo en Kiev, desatando rumores de una «revuelta de los oligarcas».

El holding SCM de Akhmetov advirtió del colapso económico del país, ya casi en bancarrota. Entretanto, Yanukovich ofreció a la oposición una participación en el gobierno, que fue rechazada tajantemente.

El caso de Serguei Tigipko demuestra cuán estrecha es la relación entre la economía y la política. El ex primer ministro y multimillonario, quien además ocupa una banca parlamentaria por el partido de gobierno, advirtió sobre el peligro de un estado de emergencia, al tiempo que calificó de lógica la dimisión del primer ministro Nikolai Azarov.

Ya circulan las primeras conjeturas de que Tigipko podría convertirse en el sucesor de Azarov, como candidato de compromiso.

Del otro lado se posiciona el ex ministro de Relaciones Exteriores Piotr Poroshenko, quien sufrió las consecuencias de la amenaza rusa de un boicot a los productos ucranianos si Kiev se acercaba a la Unión Europea (UE). Ahora, el magnate de los dulces y medios de comunicación protesta abiertamente en el Maidan, la Plaza de la Independencia en Kiev. Pero también otros hombres de negocios apoyan en secreto las manifestaciones.

Ya en 2004, la emisora de televisión Canal 5 de Poroshenko cubrió la Revolución Naranja. Ahora el ex ministro es uno de los líderes de los manifestantes. Junto con el ex campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko y el ex jefe del Parlamento Arseni Yazeniuk mantuvo reuniones con los principales políticos internacionales durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

El entorno de Yanukovich, conocido en todo el país como la «familia», quiere ganar el control de los medios de comunicación a través de Serguei Kurchenko. Pero el joven empresario de 28 años carece de canales de televisión y sitios web influyentes. Esos pertenecen a otros multimillonarios, cuyas buenas relaciones con ambos bandos podrían actuar como una especie de seguro de vida si la revolución realmente gana.

Por Andreas Stein