Berlín, 12 ene (dpa) – En la portada de su último álbum, Bruce Sprinsteen aparece tal y como lo ven sus fans: en forma, con atuendo rockero y la guitarra eléctrica al hombro. Y es que a sus 64 años, el «Boss» sigue siendo casi un héroe juvenil que con «High Hopes», a la venta el 14 de enero, tampoco defraudará.
El dosificado mix de temas inéditos, pulidas versiones de estudio de algunos grandes éxitos y cuidadas interpretaciones de temas de terceros suena como si fuese justo lo que sus seguidores estaban esperando, pese a que el disco no ofrece nada realmente sensacional.
El vigésimo trabajo del que probablemente sea la estrella más querida del rock llega tras cuatro décadas de carrera, pero desde su esperado regreso en 2002 con «The Rising», centrado en gran parte en los ataques terroristas del 11-S, Springsteen parece no tener freno.
Folk irlandés, rock clásico estadounidense, composiciones políticas, canciones de amor conmovedoras: todo lo que el incansable y cercano rockero de Nueva Jersey tocaba en estos más de diez años se convertía en oro y multiplicaba su fama.
Ahora, tras el melancólico «Wrecking Ball» de 2012, su nuevo trabajo vuelve a llevar uno de esos títulos edificantes típicos del «Boss». Y al igual que en el álbum anterior, algunos temas tratan sobre la frustración por la realidad estadounidense bajo la desilusionante presidencia de Barack Obama.
Así, en «American Skin (41 Shots)» Springsteen apunta contra la violencia policial ciega. El tema ya se lo dedicó en un concierto el verano (boreal) pasado al joven afroamericano Trayvon Martin, asesinado a tiros en 2012 en Florida.
El guitarrista Tom Morello aporta un toque de ira subliminal y gran cantidad de energía fresca. Confundador de Rage Against The Machine, Morello acompaña desde hace un tiempo en a Springsteen en sus directos y ahora brilla también junto al «Boss» en el estudio.
«Tom y su guitarra se convirtieron en mi musa, situaron todo este proyecto en un nuevo nivel», alabó el artista, quien goza al escuchar los duelos a la guitarra entre Morello y su viejo compañero Nils Lofgren.
Además de esta redescubierta energía guitarrera, en «High Hopes» llama también la atención la conmovedora forma en que Springsteen mantiene el recuerdo de los miembros de su legendaria E Street Band fallecidos en años anteriores: contribuciones del saxofonista Clarence Clemons y del teclista Danny Federici aparecen en grabaciones antiguas como la dulce balada «Down In The Hole» o en «The Wall», coronado por un maravilloso solo de corneta.
Además, sorprenden varios «covers» de algunos de los temas favoritos del propio Springsteen, como «Just Like Fire Would» del grupo de rock punk australiano The Saints o «Dream Baby Dream» del dúo estadounidense de eletropunk Suicide.
En todas estas canciones ásperas, sentimentales y ocasionalmente también desenfadadas suena, como siempre, la voz inquebrantable de Bruce Springsteen. Y es que no sólo quien recientemente haya visto el documental «Springsteen & I» se sentirá reconfortado por el tono consolador y lleno de fuerza del artista.
Igual que antes, este rockero estadounidense interpreta como nadie los sentimientos, esperanzas, preocupaciones y temores de millones de personas, sin hacerse el simpático ni aburrir a su público. Como reza su nuevo «High Hopes», hay que tener la gran esperanza de que siga así durante mucho tiempo.
Por Werner Herpell