Los noventa vuelven con la moda de los «entrenadores campeones»

5802512w(dpa) – El próximo Abierto de Australia de tenis puede ser el escenario en el que se revivan partidos en la cumbre que enfrenten a Ivan Lendl y Boris Becker. O a Stefan Edberg contra Michael Chang.

Al menos, así podría ser desde la grada. Y es que los campeones de hace veinte años vuelven al circuito como entrenadores de las figuras actuales. Sin experiencia alguna, en la mayoría de los casos, pero aportando su conocimiento y pedigrí en calidad de asesores a los mejores raquetas del mundo.

«Creo que pueden aportar cosas. Siempre digo que hay que mezclar lo mejor del tenis pasado con lo mejor del actual. Con las personas, lo mismo», dijo el español Rafael Nadal durante el torneo de Doha.

El número uno mundial es casi el único de los principales jugadores actuales que no ha seguido esa tendencia y se mantiene fiel a su tío Toni Nadal y a su ahora compañero de dobles circunstancial Francis Roig.

Aunque tampoco pudo evitar un comentario un tanto irónico al respecto: «Mucha gente puede ayudarte en el tenis. Tampoco es un deporte tan complicado».

El origen de esta moda es, sin duda, el emparejamiento entre el británico Andy Murray y el checo Ivan Lendl. Desde que unieran sus destinos, a finales de 2011, Murray logró los éxitos con los que siempre soñó: el oro olímpico en Londres 2012 y el primer triunfo británico desde hacía 77 años en Wimbledon, una hierba que Lendl no conquistó jamás.

El tipo de relación que mantienen Murray y Lendl también ha establecido las pautas que están siguiendo el resto de esos emparejamientos. En realidad, Lendl no es un entrenador al uso: es más bien un asesor ocasional, un consejero y un corrector de determinadas facetas del juego.

Por ejemplo, no viaja con Murray a todos los torneos. De hecho, no está esta semana con él en Doha, donde el actual número cuatro mundial explicó su relación: «Hace varios días que no hablamos. Creo que ya está en Australia –donde se disputa el primer Grand Slam del año en 20 días-, jugando al golf. Le veré por allí».

Aunque el serbio Novak Djokovic no ha hecho declaraciones sobre la naturaleza exacta de su contrato con Becker, cabe imaginar que será algo parecido. El alemán, que desde su retirada en 1999 ha hecho de modelo, jugado profesionalmente al póker y aparecido en concursos televisivos, no tiene experiencia alguna como entrenador. En todo caso, Djokovic retiene a su técnico habitual, el eslovaco Marian Vajda, para el día a día.

El carácter un tanto heterodoxo de Becker parece casar de alguna forma con el de su nuevo discípulo, de la misma manera que el matrimonio entre Edberg y el suizo Roger Federer parece una reunión natural entre los dos grandes «gentlemen» del tenis en los últimos 30 años.

Edberg tampoco tiene experiencia como entrenador, pero el sueco se ha mantenido muy activo en el circuito de veteranos. Su acuerdo con Federer sí es como primer técnico, pero en principio por apenas diez semanas, en las que el suizo espera remontar su trayectoria tras el primer año sin llegar a la final de ningún grande desde 2002.

El japonés Kei Nishikori, por su parte, intentará el asalto al top ten mundial de la mano del estadounidense de origen chino Michael Chang, el único oriental que ha ganado un Grand Slam.

Nishikori, con unas carencias físicas similares a las de Chang, cuenta con un buen juego ofensivo y su nuevo entrenador podrá enseñarle a su vez las tácticas que le permitieron convertirse en un rey del tenis defensivo.

El último en subirse a ese peculiar carrusel ha sido el francés Richard Gasquet, número nueve mundial, que a partir de febrero trabajará con el español Sergi Bruguera. Aunque el doble campeón de Roland Garros trabaja en la academia de tenis de su padre, tampoco ha dirigido a ningún jugador profesional de forma continua.

La naturaleza del acuerdo es clara: Gasquet espera asimilar los secretos sobre tierra batida del tenis español, que ha ganado trece de los últimos veinte torneos parisinos sin que haya victoria francesa desde la de Yannick Noah en 1983.

Por Julián Díez