LONDRES (dpa) – Los británicos inventaron la máquina a vapor y el abrelatas, las gafas de sol y los taladros de precisión. Todo ello fue en los siglos XVIII y XIX. Pero el espíritu inventivo parecía haberse desvanecido hace tiempo y eran más bien los codiciosos y pícaros banqueros los que definían la imagen de Reino Unido.
Existía la impresión de que no dejaban de amasar enormes fortunas con la especulación inmobiliaria o el comercio online sin apenas esfuerzo. La propensión al dinero en depósitos bancarios llevó a este país, ataño orgulloso, a la que tal vez sea su peor crisis. Sin embargo, cinco años después de que irrumpiera la crisis financiera, el viento sopla a favor de la tercera economía de la Unión Europea.
Reino Unido ha recurrido a sus raíces industriales. El país intenta crear un mejor equilibro en su economía elevando la producción industrial dentro del país. Más del 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) lo genera actualmente el sector manufacturero.
El ministro de Empresas Vince Cable, un demócrata liberal, reconoce que la desindustrialización de los años 80 y 90 -bajo el dictado de la «Dama de Hierro» Margaret Thatcher- fue «un terrible error de estrategia». «En aquella época, los políticos estaban completamente obsesionados con los bancos y los servicios financieros y creían que el país podía vivir de la City (de Londres)», dijo el ministro de 70 años, cuyo partido forma parte del gobierno de coalición liderado por el premier conservador David Cameron.
Pero no resultará fácil volver a ser una nación industrial. Reino Unido tiene muchos años de sufrimiento a sus espaldas. El país está fuertemente endeudado, entre otros porque durante la crisis financiera grandes bancos como el Royal Bank of Scotland tuvo que ser rescatado con inyecciones multimillonarias. La estructura económica tiene un doble desequilibrio. La economía británica apostó hasta ahora por los servicios en Londres y alrededores, pero hay regiones completas, como el norte de Inglaterra que son consideradas muy pobres.
Tras años de estar en apuros, Reino Unido vuele a levantarse. La economía crecerá este año casi un dos por ciento, el próximo incluso un 2,4 por ciento y en Europa incluso se comienza a señalar como «motor de crecimiento». «Estamos en el camino correcto, pero todavía no hemos subido a la montaña», aseguró un cauteloso canciller del Tesoro, George Osborne.
La recuperación de la City londinense ha contribuido a esta evolución favorable. Pero también la recuperación cada vez más de la producción manufacturera, aun cuando haya inmensas necesidades. Reino Unido exportó en 2012 más a Irlanda que a todos los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China). El déficit en el comercio exterior alcanzó la cifra récord de 59.200 millones de libras.
Pero todo apunta a un vuelco, como por ejemplo en la industria automora: Las fábricas de coches británicos en los años 90 estaban anticuadas, eran poco productivas y costaban demasiado. Y las partes de los vehículos también. Los británicos se hicieron con un «Know-How» extranjero y dinero para ponerlo de nuevo en marcha.
El grupo BMW alemán, por ejemplo, asumió la fabricación del coche de culto mini en Oxford y dio la vuelta por completo a la fábrica. «Si uno ve ahora la fábrica, no se puede imaginar el aspecto que tenía», dijo Peter Schwarzenbauer, miembro de la junta directiva. Tras 12 años, la producción diaria de minis se triplicó de 300 a 900, mientras que la cifra de trabajadores se ha casi duplicado a unas 4.000 personas.
BMW anunció recientemente que iba a invertir otros 750 millones de libras en la fabricación de los mini. Otros grupos extranjeros también se están comportando de forma similar, como el fabricante japonés Nissan. En total el año que viene se destinarán 8.000 millones de libras a la industria automotriz británica dijo Vince Cable.
Sobre todo florece la venta de vehículos de lujo «made in Britain» como Jaguar, Rolls Royce o Bentley, que ahora pertenece al grupo Volkswagen. Los compradores de Estados Unidos, pero también cada vez más de China y Rusia apuestan por productos de calidad de la vieja Inglaterra (Old England) sin importar su elevado coste.
Uno de los mayores problemas para la industria británica es tener aprendices. «Estamos buscando desesperadamente», dijo el ministro Cable. Faltan ingenieros por todas partes y en muchos casos se está apostando por personas que tienen formación dual o por programas de investigación y desarrollo junto con empresas.
Por Michael Donhauser