2013, el año en el que el rey Juan Carlos de España no abdicó

reyjcMadrid, 19 dic (dpa) – Nunca antes tuvo que soportar el rey Juan Carlos de España tanta presión en este tema. El debate sobre la conveniencia de una abdicación del monarca, que en enero cumplirá 76 años, se extendió prácticamente durante todo 2013, en medio de la mayor crisis de imagen de la Corona española durante su reinado.

«El rey no se ha planteado en ningún momento la abdicación». Con esta respuesta tajante, el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, confiaba el 20 de septiembre en cerrar las especulaciones que se arrastraban desde hacía meses, espoleadas también por los movimientos de otros monarcas de su generación como la reina Beatriz de Holanda y Alberto II de Bélgica.

Aquel día, la casa real española convocó a los periodistas por primera vez en la historia a una rueda de prensa. Una manera de desactivar por adelantado el debate que iba a generar la noticia que La Zarzuela iba a hacer oficial: el rey tenía que someterse a una nueva operación, la quinta en tan solo año y medio.

Su cadera izquierda volvía a dar problemas: en ella se había hecho fuerte una infección apenas 10 meses después de que, sobre la mesa del quirófano, le colocaran una prótesis para hacer frente a la artrosis. La operación anunciada tuvo lugar pocos días después y en ella el cirujano Miguel Cabanela decidió que lo mejor era implantarle un prótesis temporal para someterlo a un tratamiento con antibióticos antes de colocarle la definitiva dos meses después.

En total, en 2013 el rey pasó por el quirófano en tres ocasiones, porque a esas dos operaciones de cadera se suma otra en marzo, cuando fue intervenido de una doble hernia discal.

La salud lastra al monarca desde hace ya tiempo. Y este año, por primera vez, le impidió estar en el desfile militar por el 12 de Octubre, la fiesta nacional, y le hizo faltar, también por vez primera, a una Cumbre Iberoamericana, la de Panamá.

En paralelo, el príncipe Felipe fue asumiendo cada vez más actos, y las encuestas muestran que al tiempo que cae la popularidad del monarca sube la de su hijo, que el 30 de enero cumplirá 46 años. Esa fue la edad a la Guillermo Alejandro subió al trono holandés el 30 de abril, con la argentina Zorreguieta como reina consorte.

Tantas operaciones en tan poco tiempo y el buen desempeño del príncipe no han hecho sino alimentar el debate sobre sobre una abdicación del rey de España, que comenzó en 2012 con su polémica cacería en Botsuana y su histórica petición de perdón. Un asunto en el que incluso opinan medios internacionales como «The Economist», que poco antes del relevo en el trono en Holanda razonaba a sus lectores por qué el rey de España debería hacer lo mismo.

La crisis de Botsuana, por la que los españoles conocieron su amistad íntima con la alemana Corinna zu Seyn-Wittgestein, se sumaba entonces al gran problema con el que arrancó la caída en picado de la imagen de la monarquía española: el caso de corrupción en el que está imputado Iñaki Urdangarin, yerno del rey. Un caso del que en La Zarzuela se habla de «martirio» y que salpica a la infanta Cristina, que podría terminar también imputada por un delito fiscal.

En su negativa a abdicar, Juan Carlos tiene su gran aliada en una de las monarquías europeas más asentadas. Un año después de celebrar su aniversario de diamante en el trono, la reina Isabel II de Inglaterra sigue sin plantearse ceder paso a su eterno heredero, el príncipe Carlos, que en noviembre llegó a la edad de jubilación (65 años) sin visos de que pronto vaya a comenzar su reinado.

Eso sí, los Windsor celebraron la continuidad de su linaje con el esperado nacimiento de un nuevo heredero. Si el embarazo de Catalina causó un tsunami mediático, a medida que se acercaba la fecha la expectación por el «royal baby» se hizo imparable y desató todo tipo de apuestas. Finalmente fue varón, llegó al mundo el 22 de julio con el nombre de Jorge, y se situó terecero en la línea de sucesión tras el príncipe Guillermo.

Su feliz papá dejó definitivamente su carrera militar como piloto en Gales para mudarse a Londres y dedicarse a la actividad pública, mientras su hermano, el príncipe Harry, parece haber encontrado la estabilidad sentimental junto a la guapa Cressida y este año saltó a los titulares más por su expedición benéfica al polo Sur que por los escándalos fiesteros de otros años. La polémica estuvo esta vez en nuevas teorías sobre la muerte de Lady Di, que Scotland Yard zanjó.

2013 fue especialmente emotivo en Holanda: la reina Beatriz volvió a ser princesa, mientras los holandeses festejaron por todo lo alto su último Día de la Reina y estrenaron monarca varón después de 123 años de matriarcado. Junto a Guillermo Alejadro, la argentina Máxima ha sabido ganarse el corazón de los ciudadanos insuflando la espontaneidad y modernidad de que adolecía la casa real. La cara triste del año se debió a la muerte del príncipe Friso, tras el accidente de esquí que lo había dejado en coma en 2012.

Mucho más discreto fue, en cambio, el relevo en el trono belga, tras un año en que el rey Alberto II vivió momentos de lo más tensos cuando la artista Delphine Boël le reclamó que la reconociera como hija. Su madre, la baronesa Sybille de Selys Longchamps, respaldó a Boël y aireó la relación que supuestamente mantuvo en silencio con el monarca durante 18 años. El julio, el día de la Fiesta Nacional, Felipe y Matilda se convirtieron en los nuevos reyes de los belgas.

Quienes por ahora siguen sin heredero son los Grimaldi, pese a que la familia celebró este año la llegada de dos bebés: la princesa Carolina se convirtió en abuela en marzo, cuando vino al mundo el pequeño de su hijo Andrea y la colombiana Tatiana Santo Domingo. Ese mismo mes, su hija Carlota presentaba oficialmente a su pareja, el actor francés Gad Elmaleh, en el glamouroso Baile de la Rosa.

La joven de 27 años y Elmaleh, 15 años mayor, acaban también de ser papás: el principado anunció oficialmente el 17 de diciembre el nacimiento de un varón que se llama Raphaël. Todas las miradas están puestas ahora en una posible boda como la de hace dos años entre el príncipe Alberto y la sudafricana Charlène, que siguen sin descendencia.

Por Sara Barderas y Elena Box