Pese a falta de acuerdo en Ginebra, avanzan negociaciones con Irán

analisis(dpa) – Irán y los negociadores de la comunidad internacional del grupo 5+1 se marcharon de Ginebra sin acuerdo. Sin embargo, las dos partes siguen mostrándose optimistas de que encontrarán el camino para una solución pacífica al contencioso nuclear iraní.

La esperanza de un acuerdo rápido en la disputa nuclear con irán ha resultado decepcionante una vez más: pese a ello, los negociadores se mostraron convencidos de que el acuerdo paulatino al que aspiran está más cerca que nunca tras el encuentro de los ministros de Exteriores en Ginebra.

Esos avances bajo la nueva cúpula iraní se aprovecharán también el lunes durante la visita a Teherán del director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, y el 20 de noviembre en la nueva ronda de negociaciones previstas con el grupo integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania.

Israel, mientras tanto, sigue protestando: a Tel Aviv no le basta con que Irán congele provisionalmente una parte de su programa nuclear a cambio de un relajamiento de las sanciones económicas dictadas en su contra. Pero también entre los negociadores la desconfianza sigue siendo grande. Y mientras, el tiempo apremia.

Esa desconfianza quedó en evidencia con la actitud del ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, que al margen del encuentro tildó públicamente de problema un reactor de agua pesada en Arak, que se encuentra en construcción. Está previsto que el reactor entre en funcionamiento el próximo año con fines de investigación. En los reactores de agua pesada se produce plutonio, que se puede emplear para la fabricación de bombas.

Desde agosto de 2011, el OIEA ha carecido de acceso a la instalación. Según el instituto nuclear estadounidense ISIS, el reactor podría producir nueve kilogramos de plutonio al año si trabaja a pleno rendimiento, lo que bastaría para fabricar unas dos bombas nucleares.

El presidente iraní, Hasan Rohani, no quiere aceptar una interrupción completa del enriquecimiento de uranio, algo que tildó de una «línea roja» que no se traspasará, pues en caso contrario se violaría el derecho de su país a desarrollar un programa nuclear con fines civiles.

Para Rohani, el proceso de enriquecimiento hasta el cinco por ciento es parte de un programa nuclear pacífico y la exigencia de un cese temporal del mismo es demasiado vaga porque no queda claro cuánto tiempo durará.

Sin embargo, la delegación iraní se mostró considerablemente más dispuesta a ceder que antes, según dijeron fuentes de las delegaciones occidentales. De ahí que se vea cerca un acuerdo sobre una solución provisional al conflicto.

Algunas fuentes achacaron el fracaso a la actitud de Fabius, que fue acusado de querer distinguirse en las negociaciones. Al final, los ministros de Exteriores que acudieron a Ginebra se fueron sin resultados.

Pese a todo, a Irán le interesa llegar a un acuerdo: el rápido levantamiento de las sanciones -al menos en parte- es de enorme importancia para el país, pues éstas han provocado una profunda crisis económica. Y Ruhani prometió mejorar la situación de la economía durante su campaña electoral.

El viceministro de Exteriores iraní para Asuntos Europeos y Americanos, Mayid Tajt-Rawanchi, exigió que al menos se levanten las sanciones bancarias y el embargo petrolero. Pero también aquí pareció haber diferencias.

«Naturalmente que tenemos diferencias, si no no habríamos estado negociando hasta la una de la mañana, pero no nos impiden seguir negociando», dijo el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Jawad Zarif.

Pero con las negociaciones de Ginebra la nueva cúpula de Teherán ya ha conseguido algunos objetivos, según consideran los analistas: «Tras ocho años de aislamiento, llevar a cabo negociaciones políticas directas con ministros de Exteriores de los países más poderosos del mundo es para Rohani y Zarif un gran triunfo diplomático», afirma un politólogo de Teherán. Algo que no había conseguido hasta ahora ninguno de los presidentes antes de Rohani.

Por Farshid Motahari y Carsten Hoffmann