(dpa) – Los participantes en la conferencia climática de la ONU que acudieron en los últimos años a Sudáfrica o Qatar tienen una nueva cita a partir del lunes en la capital polaca, Varsovia, donde el frío del mes de noviembre hará un poco más difícil sentir el calentamiento del planeta.
Esta cumbre conlleva sin embargo un problema añadido: el anfitrión ha dado la impresión antes del inicio del encuentro de que Polonia podría ser un obstáculo para alcanzar acuerdos.
Y es que el ministro de Medio Ambiente polaco, Marcin Korolec, declaró en repetidas ocasiones que Polonia hará valer su influencia como anfitrión para evitar verse obligado a reducciones mayores de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Monika Czokaijlo, de la organización defensora del medio ambiente WWF Polska considera que esa actitud es un fatal malentendido. «El país anfitrión de la cumbre desempeña el papel del moderador neutral y su principal tarea es facilitar un acuerdo», destacó. «Polonia debe ponerse por encima de sus propios intereses y abrirse a todas las partes». Ya antes de la cumbre diversos grupos ambientalistas declararon a Polonia como el mayor opositor dentro de Europa a objetivos climáticos más ambiciosos.
Sin embargo, a Polonia no le interesan en estos momentos nuevas reducciones de emisiones de CO2, porque su suministro energético sigue basándose en el carbón y la hulla nacionales. En Belchatow, en el centro del país, se sitúa la central térmica de hulla más grande del mundo y al igual que antes, la electricidad polaca proviene en su mayor parte de centrales térmicas a carbón.
La conferencia del clima coincidirá en Varsovia con una reunión de la industria del carbón internacional, en el Ministerio de Economía, y con una «contracumbre» convocada por nacionalistas polacos en la que participarán trabajadores mineros del país.
La cobertura de la demanda energética con sus propios medios en la mayor medida posible es además un objetivo político en Polonia que supera intereses partidistas: lo importante es evitar la dependencia de las importaciones de gas y petróleo rusos.
En algunas regiones polacas se prohibirá a partir de este invierno calentar viviendas particulares con hornos de carbón. Aunque no es la preocupación por el mal estado del aire lo que ha llevado a las autoridades a ordenarlo, sino la muerte de varios cientos de personas cada invierno por envenenamiento de monóxido de carbono, la mayoría de las veces en viviendas de construcción antigua con sistemas defectuosos de ventilación.
El mal estado del aire no es un tema importante sólo en invierno. Sobre todo en la región minera del país, pero también en la antigua ciudad real de Cracovia, la contaminación ambiental es especialmente alta en relación con los estándares europeos y ello pese a que Polonia ya se vio obligada a hacer sus instalaciones industriales más sostenibles con el medio ambiente antes de su entrada en la Unión Europea en 2004.
Polonia también va muy por detrás de sus socios europeos en lo que respecta al uso de energías alternativas. Y mientras otros Estados europeos decidieron renunciar a la energía nuclear, Polonia quiere ahora construir su primera central atómica. El aplazamiento de los planes durante algunos años no se debió a las protestas masivas de los polacos o al creciente escepticismo del gobierno, sino a retrasos en la planificación y búsqueda de un lugar para la construcción.
Dentro de Europa, Polonia es uno de los países más contaminantes y está a la cola en cuestiones como la entrega de bolsas de plástico en el supermercado o la separación y reciclado de basura. Desde el verano, sin embargo, está en vigor una nueva ley de gestión de basura que contempla el pago de menos impuestos de basura para los ciudadanos que separan y reciclan sus residuos.
Pero en muchas ciudades, entre ellas Varsovia, la implementación ha fracasado hasta ahora debido a la administración de la ciudad, que aún no ha creado las condiciones técnicas necesarias para ello.
Por Eva Krafczyk