Estambul, 2 nov (dpa) – Muchas veces antes Hakimullah Mehsud había sido declarado muerto. Pero este sábado los talibanes paquistaníes enterraron definitivamente a su líder, que murió el viernes en un ataque con drones estadounidenses en la frontera paquistaní con Afganistán.
Mehsud murió de la misma manera que en 2009 el fundador del movimiento Tehrik e Taliban Pakistan (TTP). Pero esta vez, lo más llamativo es sobre todo el momento en el que Estados Unidos mató a Mehsud: poco antes del inicio programado de las conversaciones de paz con el gobierno del TTP.
En el actual debate sobre el uso de aviones no tripulados de combate estadounidenses en Pakistán, Washington puede seguramennte consignar un éxito espectacular. A diferencia de otros ataques, esta vez no golpeó a inocentes. Ataque anteriores causaron la muerte de miles de paquistaníes y también de ciudadanos estadounidenses.
Probablemente para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), que controla los ataques con drones en Pakistán, la muerte de Mehsud es una satisfacción.
En diciembre de 2009, Mehsud logró meter a un hombre suyo en la base de la CIA en Chapman, en Afganistán. Cuando el doble agente se inmoló, causó la muerte de ocho personas, entre ellas ocho norteamericanos.
En aquel momento, el TTP habló de un acto de represalia por la muerte de su fundador. En abril, los combatientes talibanes atacaron el consulado estadounidense en la ciudad de Peshawar, en el noroeste de Pakistán. El ataque dejó un saldo de siete paquistaníes muertos.
Estados Unidos responsabiliza además a Mehsud de un ataque frustrado en el Times Square de Nueva York en mayo de 2010.
«Nuestros combatientes han penetrado en Estados Unidos terrorista. Y nosotros perpetraremos en ese país ataques muy dolorosos», dijo Mehsud en un vídeo difundido poco después.
Sobre Mehsud pesaba una recompensa por cinco millones de dólares de Estados Unidos.
En su país de origen Pakistán, el TTP está librando una batalla de una brutalidad tal, que a menudo deja a la sombra los actos cometidos por los talibanes afganos, que operan por separado.
En todo el mundo causó horror el ataque perpetrado en octubre del año pasado a Malala Yousafzai. La estudiante de entonces 15 años sufrió un deliberado disparo en la cabeza.
En junio, combatientes TTP asesinaron junto al Nanga Parbat a diez montañistas extranjeros y a un ayudante paquistaní como venganza por un ataque con aviones no tripulados estadounidenses, en el que murió el vicejefe del TTP Waliur Rehman.
Pese a la violencia, el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, quiere negociar la paz con el grupo talibán para romper con la espiral de la violencia. Pero intentos en el pasado no han podido debilitar por mucho tiempo a los rebeldes.
El ministro de Información Pervaiz Rashid dijo que «todos los obstáculos fueron quitados para allanar el camino del diálogo». Este sábado estaba previsto retomar el diálogo.
Pero ahora, con la muerte de Mehsud, Estados Unidos puso un nuevo y gigantesco obstáculo frente a las negociaciones y sumó aún más tensión a las ya complicadas relaciones con Islamabad.
El ministro del Interior, Chaudhry Nisar Ali Khan criticó por su parte el ataque norteamericano y dijo que era un «intento de sabotear los intentos del gobierno para dialogar con los talibanes».
Por su parte, la Casa Blanca permanece en silencio cuando se trata de los ataques con drones.
Washington tiene un gran interés en un proceso de paz con los talibanes en Afganistán para poner fin a la guerra allí, aunque su líder Mullah Mohammad Omar ha manifestado en repetidas ocasiones que su grupo no atacará objetivos fuera de Afganistán. Por lo tanto, Estados Unidos no consigna a los talibanes afganos en su lista de terroristas sino que los cataloga como insurgentes.
La situación es diferente con el TTP. Tras el fallido atentado en Times Square, Washington declaró a los talibanes paquistaníes, que cooperan estrechamente con la red terrorista Al Qaeda, de organización terrorista.
Aunque el reciente ataque con aviones no tripulados fue un éxito desde la perspectiva de Estados Unidos, para Pakistán fue una afrenta. Sólo nueve días antes, el primer ministro Sharif había pedido a Barack Obama a poner fin a los polémicos ataques con drones. Desde hace años, los estadounidenses no hacen acaso al pedido de un estado aliado, al menos en el papel, pero sí un estado soberano.
Cuando Hakimullah Mehsud tomó las riendas de la organización talibán le imprimió a sus miembros un curso mucho más brutal que su predecesor.
La muerte del líder de los talibanes de Pakistán sumerge al grupo extremista a una crisis de liderazgo, pues no hay acuerdo sobre quién debe sucederlo. Pero esto no significará el fin de la violencia, y posiblemente sólo lleve a una escalada del conflicto.
Una shura (consejo) de los Tehrik e Taliban Pakistan (TTP) nombró hoy como líder a Khan Said Sajna, que era el segundo al mando de Mehsud, pero algunos grupos de la organización se oponen. Por ello, el consejo volverá a reunirse a partir del domingo hasta que se llegue a un acuerdo.
Pakistán, en tanto, se prepara para nuevos ataques de represalia.
Por Can Merey