Ignacio Ramonet : «La gente no está dispuesta a montar barricadas»

Crisis Demonstration in Madrid, Spain on September 25, 2012.MADRID, 30 oct (dpa) – Europa baila al son de las políticas de austeridad que hacen sufrir a miles de ciudadanos y la soberanía financiera de los Estados se pierde entre planes de rescate.

«No hay alternativa, Europa se ve obligada a seguir una política económica determinada, gobierne quien gobierne», critica Ignacio Ramonet (1943), periodista y catedrático de origen español y actual director de la versión en castellano del periódico «Le Monde diplomatique».

«Esto crea una crisis de la democracia, ya que los ciudadanos se preguntan para qué votar, y también una crisis política», asegura en una entrevista con dpa el que fuera uno de los impulsores del movimiento antiglobalización surgido en los últimos años del siglo XX.

«Hay una gran desesperanza por parte de la ciudadanía y eso se reflejará en las elecciones europeas, en las que muy pocas personas van a votar», pronostica. Los bancos son los «culpables» de esta crisis económica, recuerda, pero «todos nos estamos sacrificando para salvar al sector financiero, incluido el propio Estado».

En un momento de crisis social y política, ¿por qué los ciudadanos seguimos «dormidos»? «Quizá por civismo», responde Ignacio Ramonet. «La ciudadanía es legitimista y España ha tenido el siglo XIX más caótico de toda Europa y también gran parte del siglo XX».

Como resultado de todo eso, argumenta, los ciudadanos «no están dispuestos a montar barricadas ni a lanzarse al asalto de Palacios de Invierno». «Y no se les puede reprochar, porque en este país centenares de miles de personas han muerto en enfrentamientos de carácter político», sentencia.

«Solo las elecciones deben cambiar las cosas, pero hasta ahora no ha surgido una fuerza política para hacerlo», reflexiona Ramonet.

Así, «el movimiento de los ‘indignados’ no se propuso llegar al poder; se propusieron ser una expresión de protesta y en ese sentido lo consiguieron. Pero las cosas no cambiarán hasta que no surja una fuerza política que se proponga la conquista del poder mediante las urnas», sentencia.Mareas de distintos colores han teñido las calles de muchos países en los últimos dos años para reivindicar una sanidad y educación pública de calidad, para luchar por una Justicia al alcance de todos, por un sistema sin corrupción y por una democracia «real».

De Wall Street a Madrid. De Santiago de Chile a Río de Janeiro.

Latinoamérica no es ajena al movimiento «indignado». Pocos días después de publicarse su libro «Hugo Chávez. Mi primera vida», que recoge más de cien horas de entrevistas con el fallecido presidente de Venezuela, Ramonet reflexiona sobre el despertar de los motores del continente.

¿Es compatible un programa electoral de izquierdas con un crecimiento económico como el de Brasil? «Ningún crecimiento llega al cielo», admite el autor, «pero algunos países progresistas se han destacado como los futuros grandes del XXI. Treinta millones de personas han salido en Brasil de la pobreza».

En los últimos meses, las calles de las principales ciudades brasileñas han sido tomadas por las protestas sociales. «Pero son protestas de crecimiento», puntualiza.

«Antes los brasileños no tenían trabajo, ahora quieren un buen trabajo. Antes no tenían educación, ahora quieren una buena educación. No es lo mismo que ocurre en España, donde los ciudadanos tenían servicios públicos que están perdiendo».

Ramonet está convencido de que las sociedades latinoamericanas «están mejor hoy que ayer». «En general, son países donde ha habido unas reformas que esperaban desde hace mucho tiempo», asegura.

¿Y qué ocurre con el derecho a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, tan ligado a esa democracia real? Ignacio Ramonet frunce el ceño y se pone serio cuando habla del «quinto poder». «Curiosamente, la película sobre Julian Assange lleva ese título», matiza sobre el film dirigido por Bill Condon.

En 2003 hacía pública, a través de un artículo, la necesidad de un «quinto poder» para «denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal».

Pronosticaba así el potencial de Internet como medio de vigilancia y control de los tres poderes clásicos de Montesquieu -ejecutivo, legislativo y judicial-, pero también el denominado «cuarto poder», es decir, la prensa.

«El «cuarto poder» hoy no funciona como contrapoder; en los grandes grupos mediáticos hay pocos medios independientes, casi todos están ligados a los intereses de los predadores de la globalización», asegura.

«Hoy, los que enarbolan ese ‘quinto poder’ están perseguidos o encarcelados», recuerda. «Assange y Snowden ejercen la función de denunciar los abusos del poder, por eso están en la cárcel».

Por Ana Lázaro Verde