A pesar de los efectos de la pandemia sobre el mercado, hoy más que nunca es un buen momento para formarse como consultor inmobiliario. A la espera de la reactivación económica, y tras un éxodo al mundo rural que prevé más espacio en la urbe, un oficio con múltiples horizontes que abordar.
Un arte como ningún otro
La capacidad de saber vender es una habilidad que debe trabajarse durante largo tiempo para alcanzar su objetivo âa menudo, a expensas del compradorâ, pero el arte de vender es una aptitud innata mediante la que ambos bandos ganan. Se trata de una disciplina que, sin apenas importar el sector en el que opera, se rige por una calidad y pulcritud intachables por cuanto se refiere a aportar al cliente información y datos de utilidad para satisfacer y solventar sus dudas. Asimismo, una labor que no se debe a la distancia, sino que funciona como una experiencia de acompañamiento y asesoría durante el proceso de compra de cualquier tipo de bien, incluso inmueble.
En este último punto, un consultor o asesor inmobiliario, como su nombre indica, es de una elevadísima importancia para el individuo a punto de dar el gran paso, tanto vital como económico, que supone adquirir una vivienda. El cliente necesita nutrirse de una serie de factores que faciliten su decisión y que van desde la seguridad y predicción de bienestar hasta la facilitación de trámites burocráticos. Por ello, las funciones de un consultor inmobiliario deben compaginarse siempre con el máximo detalle y una gran profesionalidad que, además, guarden en todo momento empatía y comprensión frente a los deseos y expectativas del cliente.
¿Qué hace exactamente un consultor inmobiliario?
La venta de un inmueble no es sencilla, como tampoco lo es su compra. Dejando de lado el factor económico, y más en un tiempo de cierta recesión fruto de los efectos de la pandemia sobre nuestros bolsillos, comprar una vivienda es comprar un escenario futuro de vida. En ella, el comprador refleja sus sueños y ambiciones, la intimidad con su pareja, el juego con los niños y momentos de rasa cotidianeidad que deben hallar en ella espacio y funcionalidad para cumplirse. A la inversa, un consultor inmobiliario nunca vende exactamente un inmueble, sino un hogar. Con todo lo que contiene y queda sepultado por la impresión visual que atrae a todo comprador.
No obstante, el trabajo de un consultor inmobiliario se divide en dos. Por una parte, se encuentra la labor administrativa, donde entra el papeleo, múltiples llamadas para gestionar todo tipo de trámites, informarse sobre las actualidades del sector y ante las posibles modificaciones legales sobre la vivienda. Por otra parte, se encuentra la labor comercial o de compraventa y alquiler. Una sección más amena en el trabajo âaunque no por ello exenta de intensidadâ y que pasa tanto por la búsqueda de nuevas viviendas como por la fase de negociación entre ambas partes para llegar al acuerdo.
El sector inmobiliario tras el huracán de la pandemia
Asimismo, cabe recordar que un consultor inmobiliario no nace de la nada, aunque sí posiblemente su talento. Para dedicarse a dicho oficio es preciso, en algunos países de la Unión Europea donde se incluye España, estar en posesión de un título que acredite estar formado como agente de la propiedad. Añadiendo que nunca está de más estar en posesión de otros certificados de especialización en materias adyacentes a una vivienda, como lo puede ser la arquitectura o, a fin de cimentar mejor la aptitud comunicativa, las relaciones públicas. Sin olvidar que un aprendizaje continuo y en plena forma es más que bienvenido.
Con todo, es preciso mencionar que hoy es un buen momento para formarse como consultor inmobiliario. Según recogían distintos medios a partir de un informe de Fitch Ratings de diciembre de 2020, a pesar de que la pandemia de la Covid-19 y su consecuente recesión económica ha reducido significativamente las ventas de viviendas, se prevé que las ventas de inmuebles se estabilizarán durante el 2021 en España. Aunque acumulando una posible caída del 10% en las ventas entre 2020 y 2022, la predicción de una remontada a expensas de una floreciente economía que empuje al consumo sitúa este momento como idóneo para formarse y cubrir demanda.
Aprovechar la marea poblacional
Por ahora, la realidad es que, pese a la decaída en las ventas, el sector inmobiliario sí ha experimentado últimamente beneficios relacionados con el éxodo de la población urbana al mundo rural. Una consecuencia directa de haber vivido la etapa más dura del confinamiento en grandes ciudades, donde el sofoco y la presión social han influido en la nueva concepción del hogar de muchos de nuestros conciudadanos. Una alternativa que guarda relación también con el deseo de vivir más cerca de la naturaleza.
Si bien en su mayoría se trata de clientes de cierto poder adquisitivo, ello no quita el hecho de que, dada su partida, podría especularse una mayor oferta en inmuebles urbanos de aquí no demasiado tiempo. Por supuesto, y aun la cantidad de estudios que puedan prever su fluctuación, el sector inmobiliario es siempre una aventura hacia lo desconocido. Eso sí, y si decidimos aventurarnos, mejor estar a punto para sacar partido y convertirnos en consultores inmobiliarios.