(dpa) – Hace tres años, el movimiento #MeToo comenzó a provocar cambios en Estados Unidos: las mujeres comenzaron a hablar sobre el sexismo y el abuso al que se enfrentan.
El movimiento se extendió posteriormente a otros países, tardando en llegar más a unos – como Dinamarca – que a otros. Ahora, sin embargo, está empezando a afectar a todos los sectores de la sociedad danesa.
En el país escandinavo el movimiento de denuncia comenzó con una presentadora de televisión y luego se extendió a los medios de comunicación, al sector de la música y finalmente al panorama político danés: Un nuevo debate de #MeToo sobre el sexismo ha llegado a Dinamarca.
Durante semanas, un caso tras otro se ha hecho público en el país nórdico, pasados tres años desde que el movimiento se originara en Estados Unidos a raíz del escándalo del magnate de Hollywood y actualmente violador convicto Harvey Weinstein.
El movimiento anima a las mujeres a compartir sus experiencias de agresión sexual bajo el hashtag #MeToo.
«Estoy bastante segura de que me estás observando ahora mismo. Sabes quién eres (y que hablo de ti)». Estas son las palabras de la popular presentadora de la TV danesa Sofie Linde, pronunciadas mirando a la cámara durante una gala de humor en Copenhague.
Linde acababa de lanzar una bomba: Cuando empezó a trabajar para la emisora DR a los 18 años, una famosa personalidad de la televisión la llevó a un lado y le pidió que le practicara sexo oral. «De lo contrario, arruinaré tu carrera», dijo la persona, afirmó Linde, dejando a la audiencia sin palabras.
Desde el surgimiento del movimiento #MeToo hace tres años, se producen con mayor frecuencia revelaciones similares, desde casos de tocamientos no deseados hasta acoso sexual y acusaciones de violación. A menudo sólo se necesita una declaración pública como la de Linde para iniciar un extenso debate sobre el tema.
Si una persona prominente y simpática con un alto estatus social se abre al público, esto crea las mejores condiciones para que otros sigan su ejemplo, dice la profesora alemana de psicología Nadia Sosnowsky-Waschek.
«A través de un modelo así, la intención de contar la propia historia -posiblemente pospuesta durante mucho tiempo- puede llevarse a cabo más facilmente», dice.
Las experiencias de abuso sexual suelen implicar sentimientos de vergüenza y culpabilidad, y la cuestión implícita de si la propia víctima ha provocado el acto está siempre presente en la sociedad, añade.
Debido a esos factores, las consecuencias de abrirse pueden ser positivas, pero también dolorosas y estresantes. «A este respecto, presenciar cómo una celebridad se enfrenta al problema puede hacer más fácil a los afectados dar el primer paso», dice Sosnowsky-Waschek.
El silencio del público tras la revelación de Linde pronto se convirtió en todo lo contrario: desde entonces muchas mujeres han hablado públicamente de sus experiencias de sexismo y acoso.
«Eso pasó una vez. Y todavía sucede», reza una carta abierta firmada por 701 mujeres del sector mediático a Linde. El texto denuncia también comentarios inapropiados sobre su aspecto o su ropa, mensajes subidos de tono y contactos corporales que claramente transgreden los límites.
A la misiva siguió otra declaración conjunta de 97 mujeres del sector de la música y cartas similares de doctoras, abogadas y actrices. Casi 700 mujeres y hombres de toda Dinamarca firmaron un correo electrónico en el que se informaba de incidentes de abuso o acoso producidos en las universidades.
«La gente nos agradece enormemente que lo hagamos (público)», dice Sara Louise Muhr, profesora de la Escuela de Negocios de Copenhague y una de las mujeres que están detrás del correo electrónico.
«Creyeron que estaban solas. Luego se dieron cuenta de que no hay nada malo en ellas. Es el sistema», explicó en la emisora DR.
Durante el primer debate de #MeToo, el sexismo en el sistema fue menos discutido en Dinamarca que en otros lugares como Estados Unidos o Suecia.
En este último país, las acusaciones contra el artista Jean-Claude Arnault llevaron no sólo a una condena por violación, sino también a que no se concediese un Premio Nobel de Literatura en 2018.
¿Y en Dinamarca? Según un estudio, el movimiento #MeToo recibió mucha menos atención mediática que en Suecia y cuando lo hizo se mantuvo principalmente en las secciones de opinión y cultura.
«La primera ola de MeToo en 2017 y 2018 fue grande en Suecia y Noruega y muy pequeña en Dinamarca», dijo recientemente la profesora sueco-danesa y experta en derechos de la mujer Drude Dahlerup al programa DR2 Deadline.
Pero ahora algo está sucediendo y se ha reabierto el debate. «MeToo muestra que tenemos enormes problemas cuando se trata de la igualdad», añade Dahlerup.
Al final, el debate también llegó a la política danesa: En septiembre de 2020, la legisladora Lotte Rod habló sobre angustiosos incidentes de acoso vividos.
Rod explicó que incluso tuvo que apartar de su muslo las manos de un hombre mayor que ella y con más poder. Cuando se dio a conocer el escándalo, el autor, nada menos que el líder de su partido, pidió disculpas y renunció a su puesto.
Recientemente Rod escribió en Facebook: «lo más importante es que se produzca un cambio cultural. No sólo en mi partido y en la política, sino en todos los ámbitos».
Por Steffen Trumpf (dpa)