(dpa) – Las pistas de esquí de unos 140 kilómetros de largo se elevan hacia el glaciar Plaine Morte hasta sus orgullosos 2.600 metros de altura. Y en el medio está Lens. La localidad de unos 4.000 habitantes está en la parte francófona del cantón de Valais, en Suiza.
Con sus chalets parece un típico lugar de esquí. Pero no. Porque en el centro histórico, con su iglesia del año 1843, tiene su sede un edificio altamente moderno: la Fondation Opale, un museo de arte de los aborígenes de Australia.
La arquitectura acristalada se ve tan extraña en el paisaje de chalets como su contenido. La fachada forma un enorme espejo con sus alrededor de 19.000 módulos fotovoltaicos, sobre los que se reflejan las cumbres de Valais y el lago Louché, a cuya orilla está la Fondation.
Desde hace dos años este edificio de 17 millones de euros (unos 20 millones de dólares) alberga arte aborigen. ¿Cómo llega el arte de las zonas pantanosas y el desierto de Simpson del Territorio del Norte de Australia a la nevada región de Crans-Montana?
Bérengère Primat abrió la fundación hace dos años. Es una de las herederas del gigante petrolero Schlumberger, que opera a nivel mundial, cuya piedra basal sentaron los hermanos alsacianos Marcel y Conrad Schlumberger a principios del siglo XX.
Esta mujer de 47 años vive en Suiza desde hace tiempo y es dueña de un chalet ubicado a pocos kilómetros de la fundación. Con más de mil obras, posee una de las colecciones más amplias y más renombradas de arte contemporáneo de los aborígenes en Europa.
Su pasión por la tradicional pintura de puntos en tonos ocre con círculos concéntricos, las representaciones de seres mitológicos desfigurados, pero también por obras contemporáneas, comenzó hace 18 años por casualidad. En el centro de exposiciones temporal Passage de Retz en el barrio de Marais de París se topó con una muestra de arte aborigen.
«Inmediatamente quedé impresionada por la percepción del mundo y la profunda universalidad que se desprendía de esas obras», dijo a dpa. Comenzó a ocuparse del tema con mayor cercanía. Así conoció al coleccionista y galerista Arnaud Serval, su futuro marido.
Juntos vivieron en varias comunidades aborígenes, entre ellas Alice Springs en el centro de Australia. «Tengo sólo muy pocas fotos de esos viajes, pero aún tengo los trabajos que compré de los artistas que conocí. Cuando hoy camino por los pasillos de la fundación, a veces tengo la sensación de que hojeo un álbum de souvenirs», relata.
Cuando la pareja se separó en 2012, ella no se alejó de la cultura aborigen. Al contrario. Asumió en mayo de 2018 el centro de arte Pierre Arnaud en Lens que estaba en dificultades financieras. Le dio el nombre de Fondation Opale, en referencia al nombre de una piedra mitológica en la cultura de los aborígenes australianos.
Asentar arte entre pistas de esquí y campos de golf no es una empresa fácil. La heredera es realista: Espera unos 30.000 visitantes al año y apuesta por exposiciones con temas accesibles.
Por ejemplo, la exposición «Résonances», que se inauguró a mediados de junio: en la muestra, que se puede visitar hasta el 4 de abril de 2021, contrapone trabajos de aborígenes australianos con obras de artistas internacionalmente reconocidos como Anselm Kiefer, Kiki Smith y Anish Kapoor.
Así, junto a la pintura «La serpiente» de Kiefer se pueden ver las obras de Jean-Marie Appriou y John Mawurndjul, que muestran al reptil como escultura de aluminio y en papel retratado con incontables pequeños puntos de colores. Romuald Hazoumè presenta una escultura de madera femenina con una falda de viejas sandalias de plástico, mientras de fondo se ve una escultura de un árbol del belga Kris Martin.
Por Sabine Glaubitz (dpa)