(dpa) – La lucha contra la caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica parecía perdida. Era algo tan arraigado que parecía imposible ponerle fin. Pero las cifras son alentadoras: en 2019 el número de animales muertos por cazadores furtivos se redujo de 769 a 594. La ministra sudafricana de Medio Ambiente, Barbara Creecy, está convencida de que esto es resultado de la estricta ofensiva del Gobierno en contra de esta práctica.
«La disminución de la caza furtiva, una tendencia constante en los últimos cinco años, es un reflejo del buen trabajo que llevan adelante mujeres y hombres día a día en la lucha contra la caza furtiva de rinocerontes, poniendo en riesgo sus propias vidas», escribió Creecy elogiando la labor de las unidades que trabajan en esta área.
La organización ecologista WWF también destacó el trabajo conjunto entre el Gobierno, los fondos privados, municipios y organizaciones no gubernamentales. «Las cifras suponen un éxito y dan cierto respiro a los rinocerontes», señala Katharina Trump, de WWF, al tiempo que advierte que «el problema no ha sido solucionado». Trump está convencida de que el único modo eficaz contra la mafia global de la caza furtiva son las cooperaciones internacionales.
El fondo internacional de protección de animales IFAW también aplaudió las nuevas tendencias, pero destacó que esta lucha sólo puede tener éxito si se integra a la población local, la cooperación transfronteriza, los guardaparques y el esfuerzo conjunto del sector privado y las organizaciones de ayuda. «Sudáfrica está cosechando los frutos de este enfoque», señala Neil Greenwood, director regional de IFAW.
El comercio internacional de cuernos de rinoceronte está prohibido, pero en Asia, en particular en China y Vietnam, los cuernos son bastante buscados como sustancia utilizada en la medicina tradicional, que vale tanto como el oro. Se estima que en África viven unos 20.000 rinocerontes blancos y unos 5.000 rinocerontes negros, la mayoría de ellos en Sudáfrica.
Detrás de este lucrativo contrabando suele haber organizaciones criminales muy organizadas que abastecen con armas a los cazadores. Pero la contraparte también se ha equipado y ya cuenta con drones, aviones, dispositivos de visión nocturna y otras tecnologías de vigilancia. Las instituciones estatales son apoyadas cada vez más por donantes privados.
El balance del Ministerio sudafricano de Medio Ambiente es claro: ningún parque ni reserva natural del país está fuera de peligro, pero el Gobierno tiene cada vez más en la mira a los cazadores, tal como demuestran las cifras del Parque Nacional de Krüger, en el noreste del país. Los agentes de prevención hallaron 327 cadáveres de rinoceronte en 2019, pero registraron 2.014 operaciones de cazadores furtivos.
Las detenciones también dan fe de la mayor eficiencia del trabajo de los guardaparques. De los 332 cazadores detenidos en todo el país, 178 fueron interceptados en el Parque Nacional de Krüger. Además, se confiscaron 85 armas.
Las penas aplicadas también parecen tener efecto. Ese mismo año los tribunales locales condenaron a 145 cazadores a entre dos y 15 años de prisión.
Por Ralf Krüger (dpa)