Darmstadt (Alemania) (dpa) – La trayectoria de rocas gigantescas que orbitan alrededor del sol podría llevarlas a colisionar con nuestro planeta. No se trata de la trama de la película «Armageddon» sino de un peligro real que tiene en alerta a los científicos.
Al igual que el asteroide de al menos 11 kilómetros de diámetro que causó la extinción de los dinosaurios hace unos 65 millones de años, el impacto de algunos de estos proyectiles cósmicos podría arrasar continentes enteros.
«Tenemos una lista de unos 870 objetos que podrían impactar sobre la Tierra en los próximos 100 años«, dice Rüdiger Jehn, jefe de la Oficina de Defensa Planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés).
En el centro de control de satélites de la ESA en Darmstadt, en el suroeste de Alemania, los monitores muestran las trayectorias tanto de grandes asteroides como de pequeñas rocas que podrían estar rumbo a la Tierra.
Al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, los asteroides explotan y generan una gran bola incandescente. «Las ondas de presión que se producen en estos casos se detectan con los mismos sensores que se utilizan en las pruebas de armas nucleares«, explica Holger Krag, responsable de la Oficina de Desechos Espaciales de ESA.
La energía liberada por este tipo de explosiones es mucho mayor que la que produjo la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945.
El 15 de febrero de 2013 un asteroide de 20 metros de diámetro explotó en el aire sobre la ciudad rusa de Chelyabinskj, en los Urales, desprendiendo una energía equivalente a unas 500 kilotoneladas.
Alrededor de 1.500 personas resultaron heridas, en su mayoría por cristales de ventanas rotas. «La posibilidad de detectar asteroides de semejante tamaño con suficiente antelación es escasa», asegura Jehn.
El mayor impacto registrado en tiempos modernos fue el del 30 de junio de 1908 en Siberia, en la remota región de Tunguska, donde se estrelló un asteroide de 40 metros de diámetro.
Oficialmente no se registraron víctimas humanas pero la explosión arrasó millones de árboles en una superficie de unos 2.000 kilómetros cuadrados. La agencia estadounidense NASA calcula que la explosión liberó 185 veces más energía que la bomba atómica de Hiroshima.
Están clasificados como asteroides aquellos cuerpos astronómicos de al menos un metro de diámetro que orbitan alrededor del sol. Existe un abundante número de ellos.
«La Tierra recibe impactos de objetos de un metro de diámetro varias veces al año», indica Jehn. La ESA calcula que alrededor de 40.000 cuerpos rocosos con diámetros de hasta cien metros orbitan en el sistema solar, de los cuales hasta el momento la agencia ha conseguido catalogar el 20 por ciento.
Es más sencillo cuando se trata de asteroides de mayor tamaño. Se estima que hay unos 1.000 con un diámetro aproximado de un kilómetro. «Tenemos localizados al 95 por ciento«, añade Jehn, y agrega que ninguno de éstos supone actualmente una amenaza.
Apophis, el asteroide con más de 300 metros de diámetro que toma el nombre del dios egipcio de las tinieblas y del caos, fue considerado durante un tiempo un peligro real para la Tierra.
Ahora se espera que pase cerca de la órbita terrestre -pero sin colisionar con el planeta- el 13 de abril de 2029, tan cerca que podrá ser observado a simple vista, sin ayuda de telescopio ni prismáticos.
Similarmente, hasta hace poco, los científicos estaban preocupados por el asteroide 2006QV89. Con un diámetro de 40 metros, podría haber impactado sobre la Tierra en septiembre de 2019 liberando la energía de cien bombas de Hiroshima.
Estaba clasificado en la lista de riesgos de impacto de la ESA con una probabilidad de 1 entre 7.299, pero justo unos meses antes de la fecha prevista para la temida colisión la agencia determinó que la órbita del asteroide pasaría la Tierra de largo.
Para monitorear mejor el cielo, la ESA planea instalar telescopios especiales en Italia y en Chipre con un costo de 20 millones de euros cada uno (22 millones de dólares).
«Nuestro trabajo es proteger a la gente«, afirma Jehn. Y añade que actualmente se pueden detectar objetos de 20 metros de diámetro una semana o diez antes de que colisionen con la Tierra.
Pero mejor que alertar sobre un impacto inminente es, sin duda, evitar que se produzca. Existen planes para lanzar grandes objetos, incluso misiles, a los asteroides para desviar su trayectoria. Según Jehn, la NASA quiere disparar un misil contra un asteroide en 2022 para ver cómo reacciona ante el impacto.
Y, volviendo al punto de partida de la visión hollywoodiana del asunto, Jehn cree que para Estados Unidos podría ser una opción el utilizar cabezas nucleares en caso de producirse un auténtico Armagedón.
Por Oliver Pietschmann (dpa)