Bremerhaven (dpa) – El «Polarstern», con base en el puerto alemán de Bremerhaven, es uno de los buques de investigación más importantes del mundo. Con su casco de acero de doble pared puede romper bloques de hielo de hasta 1,5 metros de altura, y temperaturas exteriores de hasta 50 grados bajo cero no lo afectan.
El buque se encuentra ahora en el astillero Lloyd, donde se está mejorando aún más su equipamiento para una expedición que comenzará el 20 de septiembre en el puerto de Tromsø, Noruega.
Durante todo un año, el «Polarstern» quedará atrapado en el hielo del Ártico central. «Nunca antes hubo una expedición semejante», señala Markus Rex, del Instituto Alfred Wegener, quien está a cargo del viaje de investigación.
El Ártico se vuelve inaccesible de febrero a junio, cuando las gruesas capas de hielo ni siquiera permiten el paso de rompehielos de la categoría del «Polarstern».
Pero para los investigadores es importante también tomar mediciones en el invierno boreal para obtener más información sobre el cambio climático. Por eso, el buque con cerca de cien científicos y tripulantes internacionales a bordo se desplazará a la deriva sobre el casquete polar, sin propulsión propia y encerrado por el hielo, así como hace 125 años lo hizo el investigador noruego Fridtjof Nansen en su velero «Fram». «Él nos demostró que esto es posible», dice Rex.
A diferencia del «Fram», el «Polarstern» será abastecido durante la expedición por otros rompehielos y aviones. Además, la tripulación y los científicos irán rotando cada un par de meses. Sin embargo, el «Polarstern» debe prestar un servicio fiable durante todo el año.
Para que esto sea posible, en la actualidad no sólo se lo está sometiendo a un mantenimiento regular, sino que también se lo está reequipando, por ejemplo con un sistema de calefacción para el depósito de combustible. También se está instalando un túnel térmico para traer muestras a bordo e instalar instrumentos de medición en las frías aguas del Ártico, con temperaturas de 1,5 a 1,8 grados bajo cero, sin que los aparatos sufran daños.
«De lo contrario se congelarían de inmediato con las temperaturas exteriores de hasta 45 grados bajo cero en invierno», explica Rex.
También se instaló una grúa adicional en la proa, necesaria para bajar los instrumentos de medición hasta el hielo. «Medimos cuánto calor se libera del océano a la atmósfera a través de canales y grietas en el hielo», explica el científico.
«Según sea el modelo de medición, se estima que el Ártico será de cinco a 15 grados más cálido a finales de siglo», subraya Rex, pero el margen de los cálculos es demasiado amplio para elaborar previsiones concretas.
El mayor desafío de la expedición será hallar en las primeras semanas un banco de hielo adecuado en el que el «Polarstern» pueda atracar y donde los expertos puedan instalar un campamento con estaciones de medición y tiendas de campaña. Esta banquisa también irá a la deriva con la nave. «Necesitamos un banco estable con un diámetro de 1,5 kilómetros», subraya el jefe de la expedición.
Rex advierte que la búsqueda puede ser más extensa de lo deseado porque ya casi no queda hielo antiguo a causa del calentamiento global. «Será una carrera contra la noche polar. A partir del 20 de octubre la oscuridad predominará durante casi todo el tiempo», señala. El objetivo es, según Rex, poder bajar todo el equipamiento al hielo antes de esa fecha.
Sólo cuando esta tarea haya acabado, el científico tendrá tiempo para disfrutar del Ártico. «La luz es cada día distinta allí. Nunca será aburrido», asegura Rex. El investigador no necesita sin embargo preocuparse por el «Polarstern» porque, según afirma, el barco puede soportar cualquier presión del hielo. «Es suficientemente estable», confía el jefe de la expedición.
Por Janet Binder (dpa)
Foto: Mohssen Assanimoghaddam/dpa