Estocolmo (dpa) –Millones de votantes en toda Europa tienen derecho a elegir un nuevo Parlamento Europeo en mayo, pero en las últimas elecciones menos de la mitad de ellos acudieron a las urnas.
En 1979, la Comunidad Económica Europea -predecesora de la Unión Europea (UE)- registró una participación electoral del 62 por ciento. El bloque estaba entonces compuesto por nueve miembros: Bélgica, Reino Unido, Dinamarca, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Alemania Occidental.
Hace cinco años, la participación en los comicios de la Unión Europea de 28 miembros fue del 43 por ciento, la más baja de su historia. El nivel en 2009 no fue mucho más alto.
Una de las explicaciones de esta tendencia a la baja es que los votantes tienen poco conocimiento sobre el funcionamiento de la Eurocámara como órgano plurinacional, por lo que suscita menor interés que los asuntos y elecciones nacionales propias.
Los nombres de los candidatos, por ejemplo, no siempre son familiares para los votantes.
Una encuesta reciente llevada a cabo en Alemania indicó que un mes antes de las elecciones parlamentarias europeas de este año sólo uno de cada dos ciudadanos germanos podía nombrar a alguno de los candidatos de los grandes partidos.
El comienzo tardío de la campaña y la ampliación del bloque son otras de las explicaciones. «La mayor abstención se debe a la incorporación de países que, en general, registran una menor participación en las elecciones tanto nacionales como europeas», asegura Linda Berg, directora del Centro de Investigación Europea de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia (CERGU por sus siglas en inglés) en declaraciones a dpa.
Dentro del bloque de 28 miembros, la participación varió enormemente en 2014.
En Bélgica el 90 por ciento de los electores acudió a las urnas, y en el vecino Luxemburgo la cuota fue del 85 por ciento. Estos elevados porcentajes de participación no se debieron a un mayor entusiasmo entre la población sino a que en ambos países votar es obligatorio.
En el otro extremo de la escala participativa se situaron Hungría (29 por ciento), Polonia (24 por ciento), República Checa (18 por ciento) y Eslovaquia 13 por ciento). Todos ellos se incorporaron a la UE en 2004.
Contra la tendencia general, Suecia experimentó un aumento de la participación en las tres últimas tres elecciones europeas.
Sin embargo, a un mes de los comicios, en la principal calle peatonal de Estocolmo, Drottninggatan, varios electores respondieron que todavía no habían decidido si votarían o no.
«He considerado la posibilidad de votar pero todavía no me he decidido por completo», señaló Mikael Hejdenberg, de 21 años y estudiante de ciencias políticas, y añadió que consideraba que «el voto de la UE no es tan importante como el de las elecciones nacionales».
Su amigo Erik Larnmark, quien trabaja en programación informática, opinó lo mismo y acotó que «hay abundante información disponible» sobre las elecciones europeas y los diferentes partidos que se presentan a las mismas.
Otros peatones afirmaron la importancia de ejercer su derecho democrático.
El mauritano Mohammed Sedina, quien trabaja en una tienda de souvenirs, dijo estar «seguro» de que iría a votar. Ciudadano sueco desde 2015, aseguró que «es importante para Suecia tener voz en la UE», y por extensión, a nivel mundial.
Sevda Samanci, nacida en Turquía, trabaja en un hospital de Estocolmo y afirmó estar casi segura de que votará. Como titular de un pasaporte sueco, aseguró querer defender la libre circulación de personas en el espacio Schengen de Europa, que actualmente incluye a 22 países de la Unión y a otros cuatro Estados.
El crecimiento de la abstención resulta paradójico, dado que los poderes del Parlamento comunitario aumentaron a lo largo de los años, subraya Linda Berg.
En un intento de aumentar la participación, la Eurocámara ha organizado una campaña para animar a los votantes a ejercer su derecho al voto. Además de informar a través de redes sociales como Twitter y Facebook, se están celebrando reuniones divulgativas en toda Europa.
Linda Berg señala que, en ocasiones, se organizan campañas de este tipo para aumentar la participación en los comicios nacionales pero que aún está por ver si la iniciativa se traduce en una menor abstención.
Un sondeo reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), y el instituto YouGov reveló que sólo el 43 por ciento de los encuestados participarían definitivamente en los comicios de mayo.
«Es un gran problema porque se trata de la legitimidad del Parlamento Europeo», asegura Nathalie Brack, profesora invitada del Colegio de Europa, una institución universitaria de postgrado.
Una participación inferior al 40 por ciento enviaría una «clara señal» de que los esfuerzos para aumentar el interés por los comicios habrían fracasado, agrega.
Brack y otros investigadores coinciden en que el auge de los partidos populistas podría ayudar a generar mayor atención sobre las elecciones.
«Movilizan a la gente y obligan a los demás partidos a hablar no solo de temas nacionales sino también europeos», asevera.
En Finlandia, el europarlamentario Jussi Halla-aho, líder del euroescéptico partido Verdaderos Finlandeses -formación que quedó segunda en las elecciones generales del país celebradas el mes pasado- dijo recientemente: «No votar en las lecciones europeas es tan tonto como votar por partidos que defienden una Unión (Europea) más soberana y cercana».
Por Lennart Simonsson (dpa)