Marrakech, 10 dic (dpa) – La cumbre internacional que se celebra en Marruecos aprobó hoy el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular negociado en el marco de la ONU, anunció Nasser Bourita, presidente de la conferencia.
Más de 150 países acordaron adoptar el acuerdo de 34 páginas, que ahora tiene que ser ratificado por la Asamblea General de Naciones Unidas en enero.
El acuerdo generó un arduo debate a nivel internacional y pese a no ser vinculante varios países europeos, así como Chile, anunciaron que no se sumarán. El pacto incluso acabó con el Gobierno de coalición en Bélgica, que se rompió ante el desacuerdo en torno al texto.
El objetivo del Pacto Mundial, concluido en julio de 2018, es gestionar mejor los flujos migratorios. La necesidad de elaborar unas líneas maestras para abordar mejor la migración a nivel mundial se hizo más evidente que nunca con la crisis migratoria de 2015.
Los 23 objetivos del acuerdo incluyen, entre otros, la lucha contra algunas de las causas de la migración en los países de origen, así como contra el tráfico de migrantes. También prevé un refuerzo de los controles fronterizos, que se evite la «migración irregular» y que se posibilite el acceso fronterizo «seguro y regular», así como un «retorno digno» a los países de origen. Asimismo establece una mejor coordinación entre las agencias de rescate de los migrantes.
El pacto no es legalmente vinculante ni hace propuestas concretas sobre cómo conseguir los objetivos a los que aspira. A pesar de ello, y de que subraya la soberanía nacional para decidir sobre el tema, algunos países temen que esta última pueda verse socavada. Creen que de las líneas maestras podría derivarse un derecho consuetudinario, aunque otros Gobiernos y expertos dudan que algo así vaya a suceder.
Los detractores del pacto, sobre todo la extrema derecha y los nacionalistas, también alegan que se hace una interpretación demasiado positiva de la migración que podría desatar un efecto llamada. El documento no anima a la gente a que deje sus países para labrarse un futuro en otro lugar, aunque la inmigración está considerada en el texto de forma positiva como «fuente de bienestar, innovación y desarrollo sostenible». El pacto aspira a que se optimicen mejor esos efectos positivos.
La gran mayoría de los 192 países que participaron en la negociación apoya el pacto, pero entre los gobiernos que lo rechazaron en las últimas semanas están los de Hungría, Austria, la República Checa, Polonia, Bulgaria, Australia, Eslovaquia e Israel. Estados Unidos no participó siquiera en las negociaciones iniciales. Suiza e Italia no están representadas en Marrakech porque sus Ejecutivos quieren que primero decidan los Parlamentos nacionales.
En Alemania, el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) forzó que se debatiera en el Parlamento, donde una mayoría de los legisladores votó a favor de apoyarlo porque consideró que no contiene «ningún tipo de efecto que modifique la ley o con efecto de ley».
En cuanto a Bélgica, las diferencias provocaron una ruptura de la coalición. El partido nacionalista flamenco N-VA, que se opone al pacto de la ONU, abandonó el Gobierno. El primer ministro, el liberal Charles Michel, suscribirá el acuerdo y tras la salida del N-VA anunció que gobernará en minoría.
El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a los países que no lo apoyan a revisar su decisión. «Sólo puedo esperar que vean el valor del pacto para sus propias sociedades y que se unan a nuestra empresa común», dijo.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define como migrantes a todas las personas que abandonan su lugar de residencia, sin importar por cuánto tiempo ni si lo hacen de forma voluntaria o involuntaria. La ONU estima que en 2017 hubo 258 millones de migrantes en el mundo.
El pacto no aborda la situación de los refugiados, que se trata aparte en el Pacto Global sobre los Refugiados, que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) adoptará en su informe anual a la Asamblea General de la ONU.