Filadelfia, 5 dic (dpa) – Los periódicos escolares suelen incluir novedades sobre el patio del colegio, perfiles o adivinanzas. Con diez años Noam Chomsky escribió una contribución para el diario de su colegio en Filadelfia en la que se quejaba del creciente fascismo en Europa tras el final de la Guerra Civil española. Cuando las tropas del general Francisco Franco entraron en Barcelona en 1939, el pequeño Noam, que entonces tenía once años, lloró.
La extraordinaria inteligencia de Chomsky, que el viernes cumple 90 años, destacó desde muy pronto. Hoy es uno de los intelectuales de izquierdas más respetados. Sus contribuciones a la lingüística y sus investigaciones sobre la conciencia humana son de un valor incalculable. Hace algunos años justificó su energía y perseverancia a su edad con la «teoría de la bicicleta». «Mientras sigas pedaleando no te caes», dijo entonces al «New York Times».
A la lacra de la Gran Depresión (1929-1939) siguió casi de inmediato la Segunda Guerra Mundial. Ambos acontecimientos marcaron su infancia y la de su hermano pequeño. Aunque sus padres, de origen ruso-judío, tenían trabajo (su padre era profesor de secundaria), sufrieron la pobreza y la represión. Desde una fábrica textil, Chomsky vio cómo la Policía golpeaba a mujeres que se manifestaban. Su ira sobre la desigualdad en el mundo quedó plasmada posteriormente en sus numerosas aportaciones sobre la política exterior y económica de Estados Unidos.
La vertiginosa carrera académica de Chomsky comenzó en la Universidad de Filadelfia. Influido por su mentor Zellig Harris se metió cada vez más en el mundo de la lingüística y enseguida le ofrecieron un puesto de profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en Cambridge. Siguieron cuatro décadas en la enseñanza, dos docenas de homenajes como doctor en universidades de todo el mundo y conferencias en centros de élite como Columbia y Princeton.
Entre sus teorías más importantes y especialmente controvertidas está su gramática universal. Según él, en vez de sólo aprender lenguajes los niños nacen con conocimientos gramaticales, una especie de patrón preprogramado para la adquisición lingüística. Su modelo conocido hoy como «Jerarquía de Chomsky» también contribuyó a determinar y clasificar los lenguajes mediante su gramática.
Las ideas de Chomsky influyeron en la psicología, la filosofía y la comprensión sobre cómo el ser humano concibe el mundo que lo rodea y procesa las informaciones. Uno de los resultados de esta investigación es el campo de la ciencia cognitiva. Pero también sociólogos y antropólogos prestaron atención al hecho de que la lengua es la capacidad que diferencia al ser humano de otros seres vivos. El lingüista Norbert Hornstein lo resumió así: los peces nadan, las aves vuelan, las personas hablan.
Pero Chomsky no se enterró o perdió en el discurso lingüístico. Desde la Guerra de Vietnam, que criticó calificándola de «invasión» de Estados Unidos, hasta los atentados del 11 de septiembre de 2001, pasando por la elección del presidente Donald Trump: está considerado una de las voces más importantes del debate político. Para «The New York Times», sus textos, discursos y activismo como filósofo ofrecieron durante más de 50 años una «mirada sin precedentes y desafíos del sistema político estadounidense y global».
Chomsky volcó su conocimiento en libros: según su página web ha publicado unos 120. Ha escrito sobre los patrones de sonido del inglés, sobre Haití y sobre la paz en Oriente Próximo. Una y otra vez ha explicado al mundo sus estructuras de poder y la dinámica de la sociedad estadounidense. En junio dijo al politólogo C.J. Polychroniou: «Existen tareas importantes para aquellos que aspiran a un mundo en el que valga la pena seguir viviendo.»
Por Johannes Schmitt-Tegge (dpa)