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    Turismo

    Excursión en esquíes por el paraíso invernal natural de Colorado

    NBAsturiasBy NBAsturiasmarzo 1, 2022No hay comentarios6 Mins Read
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    (dpa) – Recorrer kilómetros y kilómetros sobre las tablas de esquí a través de la nieve en las Montañas Rocosas permite experimentar una libertad alejada de la civilización que hace olvidar rápidamente el esfuerzo físico.

    skis

    Un telesquí puede llegar a la cima en cuestión de pocos minutos. Pero escalar a pie por la nieve permite avanzar como mucho un kilómetro en media hora. Y son seis para subir hasta el refugio «Sisters Cabin».

    Esta cabaña fue construida en 2018 y es la más nueva de las cerca de 160 cabañas de montaña y refugios conocidos como «yurta» en Colorado. En ningún otro lado de Estados Unidos hay tantas.

    El estado es conocido por sus centros de esquí como las cercanas Breckenridge, Aspen o Vail.

    Pero gracias a la extensa red de refugios bien equipados y a las rutas señalizadas, la naturaleza de las montañas de Colorado también puede explorarse fácilmente en invierno más allá de las pistas preparadas.

    Para realizar este tipo de viajes de esquí es condición necesaria superar primero la terquedad interior. Porque para poder bajar, primero hay que subir la montaña con unos esquís de travesía anchos.

    El gorro de lana pica, se desliza sobre los ojos y es demasiado caluroso. La mochila de trekking se siente también cada vez más pesada.

    Las tablas de esquí deben tener debajo las denominadas cintas de «piel de foca» sintética para evitar que se deslicen hacia atrás durante el ascenso.

    La técnica no es sencilla. Cuando se arrastra la tabla hacia delante, nunca se deben levantar las piernas del todo, ya que resulta demasiado agotador. Al mismo tiempo, se debe balancear los bastones en direcciones opuestas. Izquierda, derecha, izquierda… lleva un tiempo encontrar el ritmo adecuado.

    ¿Qué más dijo Joshua Flenniken? «¡No mires siempre hacia abajo, te cansarás más rápido!»

    El joven debe saberlo bien ya tan solo por su trabajo. Este entusiasta excursionista del esquí empezó como «cuidador de cabañas» y pronto ascendió a director general de la Asociación de Cabañas en las Cumbres (Summit Huts Association).

    Además de la «Sisters Cabin», la asociación sin ánimo de lucro gestiona otros cuatro refugios de montaña. Todos ellos se encuentran a una altitud de unos 3.500 metros. Las diferentes rutas de acceso tienen una longitud de entre tres y diez kilómetros.

    A diferencia de los Alpes, los refugios de las Montañas Rocosas no están ocupados de forma permanente a lo largo de todo el año, pero sí son cuidados.

    Cada uno de ellos cuenta con camas, estufas de leña y cocinas equipadas. Los visitantes tienen que llevar su propia comida. Josh asegura que algunas personas incluso suben pavos enteros a la cabaña para Navidad.

    El cielo es azul acero, típico de Colorado con sus 300 días de sol al año. La nieve blanca y plateada brilla en las copas de los pinos. Una ardilla mira con recelo entre las ramas.

    Desde el punto de partida marcado junto a un pequeño aparcamiento, el sendero cruza primero el arroyo French por un puente de madera. En silencio, como si estuviera hibernando, el arroyo murmura bajo una gruesa capa de hielo. Suaves cojines de nieve descansan sobre las rocas de la orilla.

    Colorado fue alguna vez el corazón de la fiebre del oro

    Pronto el sendero se adentra en el White River National Forest, el bosque nacional que lleva el nombre del Río Blanco, y sigue una antigua carretera forestal durante cuatro kilómetros hasta llegar a los esqueletos de madera de la mina Sallie Barber.

    Según las placas amarillentas, los mineros de oro esperanzados excavaron aquí cerca del año 1880 pero solo encontraron zinc.

    Refugios históricos, como la Section House en Boreas Pass, a 16 kilómetros al este de Breckenridge, se remontan al Salvaje Oeste. Hace cien años, los trabajadores del ferrocarril vivían allí arriba y mantenían las vías de trocha angosta limpias de nieve para el tráfico minero. Ahora los excursionistas de esquí acampan en la antigua cabaña de madera.

    Los refugios de esquí de la «10th Mountain Division Hut Association» también tienen su historia.

    Los veteranos de guerra de los combatientes de montaña estadounidenses que se entrenaron en Colorado en 1943 y lucharon en los Dolomitas fundaron la asociación en la década de 1980.

    Inspirados en la travesía de senderismo y esquí de la «Haute Route» entre Chamonix y Zermatt, planearon una cadena de refugios conectados por rutas de dificultad media para hacer recorridos a campo traviesa por zonas montañosas vírgenes desde Aspen hasta Vail.

    A través de la asociación, se pueden reservar 14 refugios de invierno de su propiedad y casi dos docenas más en la región, incluidos los «Summit Huts» de Breckenridge. Veintidós de estos refugios cubren 500 kilómetros de rutas de senderismo invernal.

    Estas rutas están perfectamente marcadas, pero son de alta montaña, remotas y «no son un paseo», dice Scott Mahoney, de Colorado Adventure Guides.

    El experto señala que quien quiera hacer trekking de refugio en refugio, deberá antes planificar cuidadosamente su aventura.

    Los errores de apreciación sobre la topografía, la ruta y el clima, las condiciones de la nieve, el riesgo de avalancha o la propia condición física pueden tener rápidamente consecuencias fatales.

    «En Colorado tenemos la nieve más peligrosa», alerta. Scott precisa que esto está relacionado con la a menudo inestable estructura de la capa de nieve, la baja humedad y la elevada radiación solar.

    En caso de emergencia, no basta con llevar una pala, una sonda y un emisor-receptor electrónico de avalanchas. «Tienes que saber exactamente cómo usarlo», aclara. Por eso aconseja en particular a los más novatos que se aseguren de contratar a un guía de montaña experimentado.

    La ruta hasta la «Sister Cabin» y el descenso no presenta problemas en condiciones normales.

    De dos plantas, con un poderoso frontón doble, terraza, sauna, sistema solar y baños secos ecológicos, el albergue para 14 personas es mucho más una villa rústica que una simple cabaña.

    De manera ejemplar, los anteriores residentes han cumplido con los códigos de los refugios. Una olla de agua fresca derretida está a rebosar sobre la cocina. Junto a la estufa hay pequeños trozos de madera.

    Pronto un fuego crepitante calienta los pies fríos. La ventana panorámica ofrece una vista de las montañas típica de libro, libres y no civilizadas.

    No se ven luces en la casa, solo parpadean las primeras estrellas. Fuera, el viento ruge alrededor de la cabaña. El mundo se toma un descanso. La excursión de esquí valió cada uno de los respiros. ¿Los telesquís? Están sobrevalorados.

    Por Heike Schmidt Windhoff (dpa)

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