Madrid, 23 jul (EFE).- «Una buena crisis» puede ser «muy sana» para replantearse ciertos aspectos de la vida, incluida la amistad, considera el actor Lambert Wilson, protagonista de «Barbacoa de amigos», de Eric Lavaine, que se estrena este viernes en España.
El exceso de confianza y la rutina con los amigos puede resultar «muy peligros» para las relaciones sociales, que a partir de cierta edad, opina el actor francés Lambert Wilson, sufren cierto «desgaste».
Esta es la idea que desarrolla también «Barbacoa de amigos», una película que habla precisamente sobre el cambio que genera el paso del tiempo en las amistades.
Antoine Chevalier (Lambert Wilson) es un hombre que siempre ha cuidado su salud: hace deporte, no bebe alcohol, no fuma y vigila lo que come, pero su 50 cumpleaños le depara una desagradable sorpresa: un infarto.
A pesar de las recomendaciones médicas, Antoine, decide dejar de vivir con esas cautelas y exigencias y no limitarse en ningún sentido, incluso diciendo todo lo que piensa a sus amigos, una decisión que creará un ambiente muy tenso durante sus vacaciones.
En Lambert hay «mucho» de Antoine, reconoce Wilson -a pocos días de cumplir 57 años-, porque la película también habla sobre la crisis de los 50, una edad en la que se empieza a tener «conciencia de la propia muerte» y «ganas» de disfrutar la vida de forma «más intensa», dice.
«Creo que, como el personaje, quiero vivir plenamente la vida, sobre todo después de haber vivido en mi vida personal una gran crisis hace cuatro años, que no fue un infarto, pero también fue importante», añade el protagonista de filmes como «De dioses y hombres» o «Molière en bicicleta».
Aunque tiene mucho en común con el protagonista, Wilson reconoce que le «gustaría» poseer algunas de sus características de las que carece, como su capacidad para ver el lado cómico de las cosas y disfrutar de los buenos momentos con filosofía, pero confiesa que tiene «tendencia a cabrearse».
«Es muy francés cabrearse», reflexiona. «Me da la impresión de que lucho, cada segundo, contra los aspectos pragmáticos de la vida. Por lo tanto, no tengo tanto humor y filosofía. Necesito amigos muy atentos y muy cercanos, como es mi personaje en la película, para que me digan: ‘Eh, vale, ya está, no pasa nada'».
Wilson asegura que el rodaje de «Barbacoa de amigos» hizo que los actores pusieran «en tela de juicio» sus propias amistades. «Creo que desde entonces he perdido algunos amigos», recapacita.
Dice Wilson que los «retratos» de los personajes son lo bastante variados para encontrar en ellos «un poco de alguien que conocemos o un poco de uno mismo», uno de los atractivos clave de la cinta.
A todos los reconoce en su entorno el director, Eric Lavaine, que ha robado «un poco de aquí y allá» de sus amigos para perfilar los personajes del filme, una película «muy autobiográfica» que se aleja de la «locura» de sus títulos anteriores.
El cineasta tenía «ganas» de hablar sobre su grupo de amigos y aplicarse algunos de los consejos que da a jóvenes autores y nunca sigue, como escribir sobre su propio universo, en el que son «muy importantes» los amigos y la comida.
«Yo soy un poco cobarde, porque no me atrevo a decirle a la gente lo que pienso. Tampoco tengo ganas de ser juez, no me toca a mi el juzgar, y tampoco sé si soy el mejor de los amigos», dice.
El cineasta «espera» que el público se sienta identificado con la película, se haga preguntas y los más jóvenes vean en qué se van a «transformar» sus amistades en los años «venideros». «No se pueden imaginar que su grupo de amigos se va a volver eso», apuntilla.
Por María Roldán