Por Friedhelm Schachtschneider (dpa) – Con la llegada del Adviento, muchos niños comienzan a escribir las cartas en las que enumeran sus deseos para Navidad. La mayoría recibirá los anhelados regalos en la noche del 24 de diciembre, pero antes y después estas entrañables fechas tienen otros protagonistas en las distintas partes del mundo. El veterano San Nicolás se encarga de comenzar.
La noche del 5 al 6 de diciembre, San Nicolás recorre las casas de los niños holandeses, belgas, alemanes y luxemburgueses para dejar regalos a los niños que han sido buenos. Lo acompaña el terrible Krampus o su siervo Ruprecht, que se encargan de castigar a quienes se han portado mal.
El venerado santo está considerado una mezcla de dos personajes históricos: el obispo Nicolás de Myra (Turquía), que vivió en el siglo IV, y el abad Nicolás del monasterio suizo de Sion, fallecido en el año 564. El santo es patrón de los jóvenes y niños. Según la tradición holandesa, viene de España y llega a las costas del país en un barco de vapor. Sus restos se conservan en la basílica que lleva su nombre en Bari, en el sur de Italia.
Tras la Reforma protestante, en los países evangélicos el Niño Jesús desbancó a San Nicolás como el encargado de entregar los regalos en la noche del 24 de diciembre. Aunque tampoco está exento de competencia, pues durante esa noche y la madrugada del 25 también tiene mucho trabajo Santa Claus o Papá Noel.
Este abuelo bonachón, de larga barba blanca y vestido de rojo, se mueve de casa en casa con su trineo y entra por chimeneas y ventanas. Fueron los emigrantes holandeses quienes llevaron la tradición de San Nicolás (Sinterklaas) a América en el siglo VII, y allí evolucionó hasta el actual Santa Claus.
En Dinamarca, el duende Nisse acompaña a San Nicolás y lleva un gorro rojo con borla que recuerda nuevamente al de Santa Claus. A él se debe la costumbre en algunas regiones del juego del «amigo invisible» durante el Adviento, que consiste en hacer anónimamente pequeños regalos. En Nochebuena, como agradecimiento a Nisse, suele dejarse un plato de caldo ante la puerta.
En Suecia, el duendecillo navideño se llama Jultomte. El 13 de diciembre llega también la visita de la reina Lucía con su corona de velas en la cabeza y reparte pan de azafrán. La tradición escandinava data del siglo XIX y recuerda el martirio de santa Lucía, cuya luz ahuyenta brujas y malos espíritus.
Los últimos en llegar son los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que acuden puntuales en la madrugada del 6 de enero a las casas de los niños españoles. Según la tradición, aunque el Niño Jesús nació en Nochebuena, los reyes no llegaron a adorarlo hasta enero. En la tarde del día 5, los reyes suelen protagonizar una cabalgata por las calles de las ciudades acompañados de sus pajes, antes de repartir los regalos.
Ese mismo día en Italia es la bruja buena Befana quien vuela de casa en casa para llenar de chocolate y dulces los calcetines de los más pequeños. Probablemente, su nombre se derive de la fiesta de la Epifanía, que se celebra el 6 de enero. Según la leyenda, la anciana ayudó a los Reyes Magos a encontrar el camino hacia Belén y, arrepentida por no haberlos acompañado a buscar al Niño Jesús, fue de casa en casa repartiendo golosinas.