San Sebastián, 21 sep (dpa) – La homosexualidad sigue siendo tabú en gran parte de América Latina, pero mucho más si se trata de mujeres de avanzada edad en la aristocracia decadente de una sociedad conservadora: esa es la propuesta de «Las herederas», del paraguayo Marcelo Martinessi, que inaugura hoy la sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián.
Tras cosechar un gran éxito en la Berlinale el pasado febrero, donde se alzó con el Oso de Plata a la mejor actriz (Ana Brun), el Oso de Plata Alfred Bauer y el premio Fipresci de la crítica internacional, la cinta fue seleccionada para representar a Paraguay en los Oscar, los Goya del cine español y los Ariel mexicanos y hoy recibirá el Sebastiane latino que reconoce a la mejor película latinoamericana de temática LGTB de 2018 en la ciudad del norte de España.
Sin embargo, tuvo una recepción mixta en Paraguay, donde se estrenó el pasado abril. «La prensa nos abrazó mucho y también las organizaciones de defensa por los derechos LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales)», cuenta Martinessi en entrevista con dpa.
Incluso desde la política se organizó un acto de homenaje en el Senado, que boicotearon los políticos conservadores y en el que se vivieron insultos y episodios desagradables, explica. «También organizaciones religiosas dijeron que iban a ir a tirar piedras al estreno, algo medieval, pero eso nunca sucedió», explica el director sobre su ópera prima.
«La gente no entendía la diferencia entre mi personaje y yo como persona», añade la protagonista Brun. «Me gritaban: vieja y lesbiana y yo respondía ¿y qué?. E incluso a mi peluquera le preguntaban si yo era lesbiana», cuenta entre risas esta paraguaya que se llevó el Oso de Plata en la primera interpretación cinematográfica profesional de su vida y que ha vivido la revolución interna de la protagonista como si de la suya propia se tratara.
Brun da vida a Chela, una mujer bien entrada en los 60 que vive con Martina (Margarita Irún). Ambas forman una pareja acomodada de lesbianas que se ve obligada a vender sus posesiones cuando se les acaba el dinero que habían heredado.
La situación se complica cuando Martina, la parte fuerte de la pareja, entra en la cárcel acusada de estafa y Chela se ve obligada a arreglárselas sola, algo que la lleva a iniciar una revolución íntima y también social, comenzando a trabajar y a sumergirse en una clase a la que nunca perteneció, algo impensable en una sociedad tremendamente clasista.
«Esta primera película es como propia vida. Yo me postergué siempre, por mi marido, por mis hijos, siempre la última yo. No pude recibirme (terminar la universidad), mi destino era empujar para salir adelante. Y ahora siento que por fin me toca a mí», cuenta esta aficionada a la actuación en teatro que se sorprendió de que la actuación pudiera ser un trabajo remunerado. «Este premio que vino a estas alturas de mi vida fue lo más impensado».
Sin embargo, hablar de la discriminación de la homosexualidad no era la intención principal del director. «Sentí que la película no tenía la homosexualidad como centro, sino que aborda con humanidad un montón de temas que todos los seres humanos pueden sentir sin la necesidad de que la condición sexual sea la condición», explica Martinessi. «Lo hermoso es que sin ser una película militante ocupa un lugar vacío en la normalidad de una pareja mayor que atraviesa una crisis económica y de pareja».
Sí es, sin embargo, una película de mujeres en la que los hombres sólo aparecen de forma tangencial. «Paraguay es un país de mujeres donde se espera que el hombre tenga todas las respuestas pero eso hace que sea a la mujer a la que se le permite hacerse preguntas. Por eso la única forma de interrogar a la sociedad era a través de las mujeres», señala el realizador.
Precisamente por eso las mujeres serán también el origen del cambio en el país, creen Martinessi y Brun. «Ahora mismo se está debatiendo en Paraguay una ley de paridad política. Aunque muchas veces las mujeres que tenemos en política no son la mejor representación (…) Sin embargo existen posibilidades de generar liderazgo de cambio desde una posición realmente femenina, de igualdad y equidad en sistemas políticos viejos y ajados que ya no sirven».
Martinessi estuvo vinculado al ex presidente Fernando Lugo, bajo cuyo gobierno dirigió la televisión pública del país. Sobre el mandatario anterior, Horacio Cartes, considera que es lo más bajo a lo que pudo llegar Parguay en política, «un empresario voraz, con dinero de origen oscuro y nivel impresionante de maltrato hacia las mujeres, los trabajadores y la gente».
El nuevo dirigente, Mario Abdo Benítez, llega también con una carga muy grande, como hijo del secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, cree Martinessi. «Pero hay que darle una oportunidad», señala. Por el momento, pese a la controversia que causó en el país, impulsó la campaña de la película a los Oscar.
Por Raquel Miguel (dpa)