CARACAS (dpa) – El aumento de la producción de petróleo y gas de lutitas (shale oil) en Estados Unidos, que algunos especialistas elevan a la categoría de revolución energética, no le quita el sueño a la industria petrolera venezolana como importante abastecedora del mercado estadounidense. Al menos por ahora.
Sin embargo, el que la potencia del norte reduzca su dependencia del petróleo importado debería ser una señal de alarma para una Venezuela cada vez más necesitada de los ingresos por sus ventas del crudo.
Aunque la confrontación verbal antinorteamericana fue la marca del gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y ha continuado con su sucesor, Nicolás Maduro, las disputas diplomáticas apenas afectaron el intercambio. Está por verse si el más reciente incidente, la expulsión de la encargada de la embajada estadounidense Kelly Keiderling, bajo acusación de conspiración, afectará los negocios.
En la última década, las importaciones petroleras estadounidenses pasaron de 14 a ocho millones de barriles diarios, en parte por el aumento de la producción de áreas de petróleo de esquistos. Esa tendencia a la baja continúa, lo mismo que las exportaciones de crudo venezolano a Estados Unidos.
Algunos atribuyen la reanimación del shale oil al largo período en el que el precio del barril de petróleo tradicional supera los 100 dólares. Un factor clave ha sido la tecnología que permite liberar el crudo y gas de rocas porosas de lutitas a través de un procedimiento llamado fracturación hidráulica.
El ministro venezolano de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, sostiene que la producción de petróleo en regiones de esquistos en Estados Unidos ha supuesto un «desastre ecológico». Ante el escenario de una mayor producción shale oil en el norte, su plan es mantener la apuesta al bombeo de crudos convencionales.
Durante décadas, el estadounidense fue el mercado «natural» para el crudo venezolano, ya que sus buques petroleros hacen la ruta en tres días. Sin embargo, las exportaciones van en declive y han pasado de más de un millón de barriles diarios hasta menos de 900.000 en 2012, de una producción de 3,1 millones de barriles, según cifras oficiales.
Venezuela está detrás de Canadá, Arabia Saudí y México, entre los primeros abastecedores de crudo de Estados Unidos. Por otro lado, en los últimos años han aumentado las importaciones de Estados Unidos de componentes para las mezclas de gasolina.
Debido a la contracción del mercado y al antagonismo con el «imperio», el gobierno bolivariano ha buscado ampliar sus horizontes, redirigiendo los petroleros a clientes tan remotos como China e India. A China envía más de 600.000 barriles diarios, con casi la mitad destinada a pagar deudas contraídas anteriormente.
La carta venezolana para preservar su potencial energético es la llamada Faja del Orinoco, un enorme yacimiento de crudo pesado en el oriente del país, que necesita millonarias inversiones para convertir el crudo pesado en uno sintético más liviano.
Las cifras oficiales sitúan las reservas certificadas de la Faja en 297.000 millones de barriles de petróleo, incluso más que Arabia Saudí. Gran parte de esas reservas son de petróleo pesado y extrapesado.
Según Ramírez, la producción de petróleo de lutitas en Estados Unidos tiene un «altísimo costo ambiental», lo que prodría provocar que ese boom se desvanezca en pocos tiempo. «Es un desastre lo que está pasando en Dakota del Norte», afirmó, defendiendo la explotación del petróleo convencional.
El editor de la publicación especializada «PetroFinanzas», José Suárez Núñez, dijo a dpa que en el escenario actual el petróleo venezolano es «poco competitivo» por el bajo aporte de conversión de las refinerías.
«La presencia de dos millones de barriles que ha aumentado Estados Unidos en los últimos dos años significa que no los compra en el exterior», dijo. Advirtió por otro lado que Venezuela está aumentando en su producción el porcentaje de rudos livianos, los mejores, por la lentitud de los proyectos de la Faja. «No vamos a pasar hambre ni algo por el estilo, pero ahora la industria no funciona efectivamente», añadió.
El ex director de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), José Toro Hardy, advirtió que mientras aumente la producción de petróleo de lutitas en Estados Unidos, se contraerá el mercado para Venezuela, pues está ocurriendo un «cambio de paradigma energético: para 2025 (Estados Unidos) no necesitará seguir importando petróleo».
«El desarrollo del petróleo de esquistos no tenía estímulos, pero con el petróleo a más de 100 dólares el barril se encontró la posibilidad de desarrollar la tecnología para explotarlo», dijo a dpa.
Además, el daño ecológico que se atribuye a su explotación puede ir disminuyendo con otras tecnologías, alertó Toro, mientras que los mercados alternativos de Venezuela, como China, están distantes.
«El problema para Venezuela es que Estados Unidos es el mayor consumidor de petróleo del mundo y llegar a él tarda tres días en tanqueros. Para llegar a China son 45 días. El petróleo venezolano además tiene que enfrentar la competencia con el de Brasil y Colombia», señaló.
Toro aseveró que la teoría de que la producción mundial de petróleo alcanzaría su pico y comenzaría a descender se derrumbó «estrepitosamente» con la explotación del crudo en regiones de esquistos.
«En pocos años, Estados Unidos no necesitará importar petróleo. Incluso podría transformarse en un exportador. Sólo abastecedores seguros como Canadá y México mantendrán una presencia en ese mercado», afirmó.